martes, 29 de mayo de 2012

SANTIAGO DE CHILE. VIAJE EN 1967.










Agradeciendo a los amigos santiaguinos y en general chilenos por su acogida y por haberse referido a las fotos que publiqué en este blog de mi visita a Santiago de Chile en Mayo de 1,967,  así como a mi artículo,   titulado:  " Los   Chilenos ",   les   envío   este otro recuerdo, los boletos de viaje de Lima a Santiago     y     de     mi   visita   a   Valparaíso   y  entre  otras curiosidades, boletos de micro, como Uds. llamaban a los microbuses que hasta ahora existen en Lima y también un álbum de postales que compré   en   Santiago   de   Chile   y   que no envié hace 45 años. Espero que a aquellos que buscan recuerdos antiguos, les pueda servir los que aquí expongo.........   
 Muchas gracias nuevamente y espero siempre sus gratas visitas. 

BREVE BIOGRAFÍA DE SAN MARTÍN DE PORRAS.


Breve Biografía de San Martín de Porras.

Autor: Emilio Ulises Robles Hora
Basada en la obra: "San Martín de Porras" de José Antonio Del Busto Duthurburu.



   Martín   de    Porras    Velásquez,     nació     aproximadamente  (no  se  sabe  la  fecha  exacta, consignamos la que sugiere el historiador José Antonio Del Busto Duthurburu) el 11 de noviembre de 1,579, hijo del noble español (hidalgo e integrante de la Orden de Caballería de Alcántara) don Diego Juan de Porras, natural de Burgos (España) y de la negra libre, nacida en Panamá y afincada en Lima, doña Ana Velásquez.

Don Juan de Porras, no tenía los medios suficientes como para poderse casar con alguien de su condición, por lo tanto se amancebó (convivió) con doña Ana y por el hecho de ser su conviviente de raza negra y no haberse casado, al principio no reconoció a su hijo. Posteriormente tuvo otra hija con doña Ana, a quien llamó Juana, dos años menor que Martín.

Al pasar el tiempo, cuando Martín tendría aproximadamente 7 años, él y su hermana menor fueron llevados a Guayaquil, donde su padre tenía parientes de mejor posición económica. Ellos recibieron a la hija, pero Martín tuvo que regresar a Lima (se dice que la recibieron a ella por ser mujer y además de tez clara).

Al regresar, su padre lo encargó al cuidado de doña Isabel García Michel, quien lo tuvo hasta que cumplió 15 años. En esa época desde los 8 años, ya se vislumbraba su vocación religiosa. Casi todas las noches le solicitaba a la señora que le daba alojamiento, una vela con candela. Intrigada de cuál era el objeto de esa solicitud, ella lo espió una noche y encontró a Martín de Porras, que había encendido el cirio delante de una imagen de Cristo Crucificado y que además estaba orando.

Para sustentarse en el futuro, de adolescente, practicó en un establecimiento con un boticario, quien le enseñó los secretos de la preparación de medicinas en base a hierbas y ungüentos. Posteriormente aprendió el oficio de barbero. En aquel tiempo los barberos hacían lo que ahora practican los para-médicos o enfermeros y hasta dentistas. Sacaban muelas, curaban heridas, quemaduras, hacían sangrías, etc.

Luego, pese a la oposición de su padre, se ofreció de donado (es decir, se donaba él al Convento de Santo Domingo) era una categoría inferior a la de  hermano lego. De ahí hasta los 24 años, se dedicó a las tareas más humildes, fue encargado de la limpieza (por eso se le representa con la escoba) limpiaba las letrinas, lavaba la ropa de todos los hermanos y hacía toda clase de curaciones. Al cumplir la mencionada edad, profesó sus votos perpetuos de obediencia, pobreza y castidad.

Luego le encargaron, la enfermería y el guardarropa, además de sus obligaciones de tocar las campanas.

   Martín de Porras pasaba en continua oración, que llegaba hasta el arrobamiento, de tal forma que muchas veces, habiendo temblores él permanecía impertérrito en un éxtasis notable. Asimismo, muchos de sus compañeros lo vieron elevarse del suelo mientras oraba o meditaba.

   Esto es, levitaba, también atravesaba puertas y muros, apareciendo en un lugar sin habérsele franqueado la entrada, hecho al que se le conoce como sutilidad. También, se le vio al mismo tiempo que en Lima, en otros lugares del mundo como en Filipinas, China y Japón, fenómeno llamado bilocación. Además tenía el don de lenguas. Un día empezó a hablar en chino y gracias a un fraile que sabía el idioma, se dio cuenta que el hermano Martín, sin haberlo estudiado hablaba correctamente  el idioma chino.

   Curaba no sólo con las hierbas que él mismo cultivaba, sino también con la imposición de manos. Se dice que hasta resucitó a un fraile muerto. Era muy humilde, siempre con la mirada baja y sonriente a pesar de todos los insultos que le solían hacer por ser: un "perro mulato", como él mismo se calificaba, con cierto sentido del humor.

   Solía decir: Yo te curo, Dios te sana, para amenguar la creencia sobre su santidad que ya era muy notoria. Curaba no sólo a los frailes del Convento, sino a toda clase de gente que acudía donde él para encontrar salud. A los esclavos negros, a los indios y hasta a los blancos de encumbrada posición.

   Martín de Porras usaba uniformes raídos aunque limpios,
era   vegetariano   y   frugal.    Su   alimentación   era   escasa
porque prefería compartir con los pobres parte de su ración diaria. 

   Al fallecer el 3 de Noviembre de 1,639 acudieron en forma masiva, gente de toda clase social y de todas las razas, incluyendo a las autoridades más importantes. Fue beatificado en 1,837 por el Papa Gregorio XVI y canonizado por Juan XXIII el 6 de mayo de 1,962.

martes, 22 de mayo de 2012

Y PERDÓNANOS NUESTRAS OFENSAS...

Como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden...
Dice la oración más célebre del Cristianismo, aquella que nos fue enseñada por nuestro señor Jesucristo...
Pero en realidad cumplimos con lo que rezamos, o sólo lo decimos por decir...
La verdad es que nadie cumple este mandato. Porque es muy difícil de cumplir, casi imposible.
Alguien dice, yo perdono pero no olvido. Lo que al final quiere decir que no perdona a nadie, nada.
Y cuando ofendemos a alguien, el ofendido nos odiará por el resto de sus días y aunque diga de la boca para afuera que nos perdona, nunca lo hará realmente.
El hecho que la persona ofendida, se aparte del ofensor para siempre o por un tiempo o simplemente, lo ignore, ya es un hecho demostrativo de que no hubo perdón, ni lo habrá...
Por eso yo suelo recomendar a quienes son mis amigos o están cerca a mí, que es preferible no ofender a nadie, para no tener que humillarse después, con pedir el perdón que nunca se lo concederán...
Yo recuerdo que una vez en el Colegio, sin quererlo ofendí a un compañero de clases, remedándolo y en cierta forma ridiculizándolo, al pedirle perdón 50 años después, el ex-alumno, me dijo que no se acordaba de mí. O sea que no sólo no me perdonó, sino que me borró de su memoria.
Luego existe la venganza...
Uno de mis libros predilectos es: "El Conde de Montecristo", la historia de un marinero que es calumniado y enviado a prisión al Castillo de If. Sus enemigos no sólo se quedan con su puesto (le tocaba ser capitán de un navío), sino le quitan hasta su novia. El marinero preso, se hace amigo de un sacerdote (el abate Faría) quien le da los datos fidedignos para hallar un tesoro. Cuando se escapa de la prisión se apropia del tesoro y luego de volverse inmensamente rico, compra un título nobiliario (el Conde de Montecristo) y regresa a tomar venganza de quienes le hicieron tanto daño.
Esta historia sin la venganza de Montecristo, sería una historia insulsa o común.
El hecho de haberse vengado, hace de "El Conde de Montecristo", una historia interesante.
¿Quién no ha sentido el deseo de vengarse cuando alguien le hizo algo malo o lo ofendió?
Yo recuerdo cuando trabajaba en una Compañía de Aviación, muchas veces fui ofendido de palabra por algunos de mis compañeros de trabajo y cuando pasó el tiempo y llegué a ser dirigente sindical, mi venganza consistió en hacerles un bien a quienes me habían ofendido. Cualquiera diría es una venganza sin sentido. Y yo les replicaría, que el hecho de sentir al enemigo como si fuese un gusano, después de las ofensas proferidas, al saberse beneficiado por quien en algún momento haya sido objeto de su mala acción, ya en sí es una venganza... Como se suele decir, la venganza es dulce...
Pero reflexionemos en el pedido casi imposible de cumplir, que nos recomienda Jesucristo: Perdónanos nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a quienes nos ofenden. Querría decir que Dios no nos perdonaría nunca, si no cumplimos con su premisa de hacerlo primero nosotros, con nuestros ofensores... Y al final, nadie será perdonado...

San Borja, 22 de mayo del 2,012.

EMILIO ULISES ROBLES HORA
    

miércoles, 9 de mayo de 2012

ACTUACIONES DIVERSAS.



ACTUACIÓN PARA UN COMERCIAL DE UNA MEDICINA DIGESTIVA.





ACTUACIÓN PARA EL COMERCIAL DE LAPICEROS "PILOT".




ACTUACIÓN PARA EL TELEFILME: "BAJO EL MISMO CIELO"