La historia de este blog es singular... Todo se inició cuando
un día mi tío (algo mayor que yo) me dijo que lo acompañara
al Oftalmólogo. Cuando llegamos al consultorio, nos sentamos
a esperar el momento de la atención.
Uno de los pacientes era un tanto hablador, por no decir
casi charlatán. Mi tío no aguantó tanta verborrea y salió de la
sala de espera y se fue a otro lugar. En cambio yo me quedé
escuchando a este señor, en la idea de que cualquier persona,
así sea un charlatán o un "latoso", puede tener algo interesante
que comunicar.
Continuaba hablando este señor de un tema y otro y yo
estaba atento a lo que decía; hasta que habló acerca del blog.
Yo que había escuchado la bendita palabra, no sabía
exactamente su significado y le pregunté:
-Disculpe señor, acaba Ud. de mencionar la palabra blog.
¿Qué es un blog?
Yo no estaba muy familiarizado con el lenguaje de Internet,
por lo tanto, le hice la pregunta con mucho interés.
Me respondió:
- Un blog es como una página WEB gratuita donde usted puede
escribir sus artículos, o subir fotografías y hablar sobre los temas
que Ud. desee y lo leen no sólo en el Perú, sino en el mundo.
- ¿Y cómo se puede tener un blog?
- Muy fácil, usted pregunta en google: ¿Cómo se hace un blog?
y ellos lo guían.
No me equivoqué en mi primera apreciación, aquella por
medio de la cual, llegué a conseguir la información necesaria:
HASTA EL MÁS ABURRIDO CHARLATÁN PUEDE
COMUNICARNOS ALGO INTERESANTE; EN
CONSECUENCIA, NO EVITEMOS ESCUCHAR A
TODOS LOS QUE PODAMOS, TAL VEZ, ALGUNA DE
ESAS PERSONAS NOS PUEDA DAR UNA SOLUCIÓN
A ALGUNA DE NUESTRAS INQUIETUDES O
NECESIDADES.
Cuando regresé a casa, lo primero que hice fue dirigirme a la
cabina de Internet más cercana en donde el joven que dirigía
dicho negocio, que era mi amigo, me ayudó a abrir este blog,
el cual usted está leyendo.
Sin embargo, muchas personas sienten mucho fastidio por
las personas que hablan demasiado. Uno de mis mejores
amigos me dijo una vez:
- Hablas mucho.
Y yo le repliqué:
- ¿Y eso qué?
- Que quien habla mucho, se equivoca mucho.
El arquitecto amigo me previno de no hablar demasiado,
aunque quienes me conocen, también saben, que a veces, me
vienen mis etapas de silencio absoluto, casi sacerdotal.
Como esos curas de clausura que prefieren estar en el más
absoluto recogimiento y silencio.
Recuerdo cuando trabajaba en la oficina de Carga Aérea de
"Faucett" y todo el día tenía que hablar. Preguntarle a los clientes
sobre su carga, sus paquetes, encomiendas o bultos que
despachaban a provincias. Era una serie ritual de preguntas
como:
- ¿ Qué contiene?
- ¿ Lo va a asegurar o no?
- ¿ Con reparto a domicilio?
Etc.
Y si la carga no se podía recibir, había que convencer al
cliente para que se vaya sin molestarse.
Al final quedaba uno tan agotado de hablar, que le dolía la
garganta. Cuando regresaba a casa, no quería hablar con nadie
y me refugiaba en mi habitación para no decir una sola palabra.
La mayoría de mis amigos eran muy parcos en el hablar y yo
tenía que llenar el vacío de olvidarnos del lenguaje y no quedarnos
mudos...
Pero en cambio, hay otros que no aguantan a la gente muy
habladora y solo les falta decirles a sus amigos, como Kiko, el
personaje de "El Chavo del Ocho":
-¡CÁLLATE, CÁLLATE QUE ME DESESPEERAS!
Las relaciones humanas son muy especiales y hay personas
muy habladoras y otras de una parquedad asombrosa. Luego
como una ley que dice: "Los polos iguales se rechazan y los
polos diferentes se atraen"; los seres humanos buscan a sus
amistades en ese sentido, es decir, a alguien que complemente
su manera de ser.
Termino este artículo con un chiste que contaba mi madre:
Había una chica muy bonita y todo el mundo se extasiaba
contemplándola. Cuando iban a una fiesta trataban de enamorarla
o de lograr hacerla hablar, pero ella no daba su brazo a torcer.
No se comunicaba con nadie.
Hasta que por fin un hombre audaz, consiguió que ella lo
hiciera; le preguntó:
- Por qué una chica tan linda como tú no nos deja escuchar
su bella voz.
Y la chica le respondió:
- Es que mi mamá me ha dicho que no Jable.
Muchas veces quien se queja del demasiado hablar de los
demás, es porque Dios no le dio el sagrado don de la palabra.
San Borja, 30 de enero del 2015.
EMILIO ULISES ROBLES HORA.
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