miércoles, 6 de junio de 2012

LA LETRA CON SANGRE ENTRA.

-¡Papachito, chiquititooo!, decía el grueso profesor, achinado, mientras con su uña del dedo índice, aquélla, que tenía doblada por habérsela estropeado de muy niño, y el pulgar, apretaba al pequeño alumno mientras estrujaba su pequeño cuerpo entre sus dedos...
Y aquí no había quién te salve. No estaba tu mamá, ni tu papá, ni tu hermana o tu tía. Estabas tú frente a tu torturador...
Tampoco existían padres de familia, tomadores de Colegio, ni defensores de los derechos humanos, ni perro que te ladre...
Tenías que soportar toda clase de castigos.
Todo empezaba desde que entrabas a la Iglesia, porque habías llegado tarde. No podías entrar a tu banca, hasta que no viniera el profesor y te llamara la atención.Y debías esperar a que a él, se le ocurriese que podías irte a sentar a tu sitio.
Luego al empezar las clases había un desfile delante de las piernas del profesor, el cual te doblaba en dos y te asestaba dos palazos en el trasero,  como mínimo, para que no se te ocurra llegar tarde a clases la próxima vez.
Luego venía la toma del catecismo. Tenías que aprender todos los días:
-¿Qué busca la masonería?
- La Masonería busca la destrucción de la Iglesia.
Y a tus ocho años, no sabías ni qué era la masonería, ni nunca te explicaron: el porqué de esa destrucción...
Si no te aprendías toda la lección, te ganabas tu ración de palos...
Además el profesor, tenía otra serie de torturas, como retorcerte con su dedo chancado, los pellejos de tu escuálido cuerpo hasta que sintieras que llegaban cerca a tus costillas y cuando fueras a tu casa, encontraras tu torso sanguinolento y moreteado...
Y no había a quién quejarse.
No. Porque los padres tenían una sola consigna: "La letra con sangre entra".
Es decir, donde apaleaban más a tus hijos, era el mejor Colegio.
Y he aquí que este Colegio de curas, cuyo fundador, entre otras enseñanzas predicaba que había que tratar con dulzura a los alumnos y jamás tocarlos, era donde más pegaban...
Había algún profesor que pegaba con la campana en la cabeza, otro, con la mota de madera y algodón,naturalmente que te pegaban con la madera.
Otros te daban cachetadones que te hacían oír campanillas de no se sabe dónde...
Pero regresando a nuestro profesor del 4to. de primaria, él no sólo te estrujaba con sus poderosos dedos con uña retorcida incluida, sino también, con el reloj que te hacía al darte vuelta la oreja elegida, hasta que oías retrujir tus pobres oídos...
Además, tenía cadenas, de esas con las que se llevan las llaves y otra serie de elementos de tortura, que ya no recuerdo...
Él decía retador: "Ustedes, del profesor que más se van a acordar más, es de aquél que más les ha pegado".... O sea de él...
En aquel tiempo, no podías decirle nada a tus padres, porque aquéllos, no eran tan consentidores como los de ahora y seguramente no sólo no te iban a creer, sino que encima, ellos te volverían a castigar...
Hoy por quítame estas pajas, toman colegios, hacen plantones, y arman laberintos en todos los colegios estatales.
Y nosotros estábamos en un Colegio particular y de curas, fundado por un sacerdote italiano que preconizaba el amor y el buen trato a los escolares a su cuidado...
Cuando pasó el tiempo y mi hermana quiso matricular a sus hijos en el mismo Colegio, le dije que yo no estaba de acuerdo con ciertos aspectos de la educación en el mismo, donde ella me había matriculado. Ella replicó que era muy buen Colegio, porque ahí los padres me habían corregido y si no, yo no sería como soy ahora.
Bueno en parte es cierto, ellos me dieron buena educación, tanto es así que adonde iba a trabajar, todas las madres de familia, compañeras de trabajo, me preguntaban dónde había estudiado, porque querían matricular a sus hijos en mi mismo Colegio.
Pero, yo nunca estuve, ni estaré de acuerdo con el maltrato recibido cuando estudié en la Primaria, con aquel profesor, que como él pronosticó, nunca lo he olvidado.
Sobre todo porque venía de un trato superior, de unos padres que nunca me tocaron, pero que exageraron al punto de no corregirme y permitir mi pequeña dictadura...
Sin embargo, debo abonar en favor de este profesor, que cuando terminé el 4to. de Primaria, sugirió a mis hermanas que me matriculase en su escuelita de verano, en donde no sólo nunca me pegó ni trató mal, sino que ahí sí me enseñó como yo hubiese deseado que lo hiciera en las aulas de aquel prestigioso Colegio, del cual egresé hace 50 años...
Es difícil educar a un niño o a un adolescente. Los padres por lo general descansan cuando envían a sus vástagos al Colegio y el educador se ve en dificultades para mantener el orden y la disciplina.
 Sin embargo, hay vías más convincentes para influir en los menores, que aquélla de arrearles palo sin contemplaciones como hacían con nosotros los alumnos de aquel Colegio.
Colegio añorado, no por los malos momentos, sino por todos aquellos tiempos amenos que pasamos junto a compañeros inolvidables, que fueron y serán para siempre como nuestros hermanos y las enseñanzas de tantos otros sacerdotes y profesores laicos, algunos de los cuales como el profesor de Inglés y el de Matemáticas, quienes jamás nos tocaron y fueron nuestros mejores maestros...

San Borja, 6 de junio del 2012.

EMILIO ULISES ROBLES HORA

        

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