sábado, 17 de noviembre de 2012

EL AURA HUMANA.


   ¿No le ha ocurrido a usted que alguna persona,
inexplicablemente, le cae mal, aún sin haberla tratado
o conocido, con sólo verla o sentir su presencia?

    ¿O en otro caso, alguien le cae tan bien, que no se
explica la razón o causa de esa repentina simpatía, la
cual lo lleva a pensar de la mejor manera acerca de
aquella persona, aún sin conocerla lo suficiente?

     Tal vez usted esté captando el aura humana, aunque
 no sea consciente de ello.

     Todos irradiamos una luz, la cual generalmente
podemos apreciar con el sentido de la vista, aunque
simultáneamente podamos emitir una onda o fuerza que
es reconocida por nuestra telepatía o desconocidos
sensores humanos que poseemos y no somos capaces
siquiera de adivinar.

      Algunas personas dicen ver el aura humana. 
Es decir, una luz que rodea al individuo y suelen
describirla como un halo de colores que rodea el cuerpo.

      Si bien se ha comprobado, al hacer pasar por un
prisma de vidrio un rayo de luz, la descomposición
de la misma en múltiples colores, muchos de nosotros no
alcanzamos a distinguir los matices del aura
humana, lo que nos hace decir que no la vemos.

    Aunque solemos ver a las personas buenas, más
resplandecientes que otras...

    Yo hice un relato acerca de una visita que hice de
niño a un obispo salesiano con fama de Santo, Monseñor
Octavio Ortiz Arrieta y conseguí ver el resplandor que
emanaba de su ser.

    Y también de don José Luis Bustamante y Rivero,
ex-Presidente de la República del Perú y ex-Presidente
de la Corte Internacional de Justicia de La Haya, quien
regularmente depositaba en la Oficina de la Compañía de
Aviación "Faucett" S.A. donde yo trabajaba, una carta
dirigida a la ciudad de Arequipa.  Yo solía atenderlo y
veía alrededor de él, ese resplandor.

    No he visto colores, mas sí, una luz extraordinaria.

    Es posible que los gurúes  o persona privilegiadas
puedan ver el aura y sus colores.

     De lo que sí estoy convencido es de su existencia,
aunque le llamemos: resplandor, brillo, luz extraordinaria, etc.

     Las gentes de bajo nivel intelectual, moral o de poco
desarrollo espiritual, muy por el contrario, no emiten
una luz  como la descrita, sino todo lo contrario, oscurecen
el lugar en donde se dejan ver.

    Basta con escuchar el timbre de su voz, u observar
los modales ordinarios para reconocer a un individuo de ese nivel.

    Aunque es posible que se pueda progresar y mejorar
el aura humana, según las actuaciones que tengamos en la vida.

    El reconocimiento del aura humana, aunque
lo tengamos en forma rudimentaria nos sirve para
protegernos de personas indeseables y también de rodearnos
de  aquéllas que nos puedan aportar muchos beneficios
espirituales en nuestro breve paso por el mundo.

La Molina, 17 de noviembre del 2012.

EMILIO ULISES ROBLES HORA         

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