domingo, 14 de junio de 2020

VIVIR EN CUARENTENA Y EL LOBO ESTEPARIO.

VIVIR EN CUARENTENA Y EL LOBO ESTEPARIO.-

Un personaje extraño es el "Lobo Estepario" en la obra de Herman Hesse. Otro es, Gregorio en "La Metamorfosis" de Franz Kafka y otros como "El Extranjero" de Camus. Suelen ser tipos poco comunicativos, extraños en su comportamiento y en eterna cuarentena.
Hoy, gracias a los chinos y sus virus, todos somos lobos esteparios, gregorios y extranjeros en nuestro propio país y nuestra propia vivienda.
Todos tenemos familiares extraños, solitarios, silenciosos a los cuales la familia no les hablan, porque suelen decir: "no te juntes con tu tío que es loco". O no dicen nada, simplemente tratan de comunicarse con el viejo y no les responde o les dice algo que los jóvenes pueden considerar
hiriente o poco asertivo.
Y no solo pasa con los viejos. Recuerdo a un primo que vino del norte a vivir a la casa de unos familiares, supuestamente graciosos o alegres y sin embargo, mi primo, más joven que yo me comentaba: no sé qué pasa, por qué me tratan así. "Me responden con monosílabos". Sí, No, etc.
No lo querían, porque la gente no quiere a nadie más que al grupo reducido de su propia familia. No existe una amplitud de amor hacia un grupo familiar más extendido.
Algún otro podría decir, pero cuando van a mi casa en el norte, reciben no solo alojamiento y alimentación gratuito, sino sobre todo, cariño...
Y ustedes creen que la pandemia ha ablandado este comportamiento.
La respuesta es No.
La gente no ha cambiado ni cambiará. Acaso con la amenaza de muerte que significa para todos el virus, las personas se han vuelto más buenas, más generosas, comparten más...
En líneas generales: NO.
Hay honrosas excepciones, pero la mayoría de jóvenes piensan: "Conmigo no es, solo ataca a los viejitos" y siguen su vida como si no hubiera pasado nada.
Siguen sin hablarle a los "lobos esteparios", sin sonreírles o siquiera saludarlos.
Recuerdo el bolondrón que armó una tía mía porque no la saludaba cada vez que entraba a su casa, cuando vivía ahí.
Mi tío me puso al orden: "¡No saludas a mi mujer, carajo!"
elegancia de palabras que siempre recibía de este tío.
Después en la clase de "Lógica" del profesor Juan Bautista Ferro en San Marcos, pude entenderlo: "el saludo es un deseo expresado en pocas palabras: dices buenos días, buenas tardes o buenas noches, en vez de decir; Yo te deseo que tengas un buen día, una buena tarde o una buena noche. El lenguaje se acorta y saludamos con dos palabras".
Eso sí se entiende, aunque no cuando la gente te habla o te escribe solo con monosílabos y tú no sabes si esa persona te quiere, te odia o simplemente no significas nada para ella.
Y es probable que esa persona que no te hable, también sea otro "lobo estepario" en embrión...
Yo recuerdo a otro tío, muy querido por cierto que conversaba mucho con nosotros y no lo evitábamos, pese a vivir solo y no conocer nadie su vivienda.
Era tildado de loco porque según contaba la familia se lavaba las manos constantemente y no le gustaba dar la mano a nadie.
Increíble el adelanto del tío Genaro Silva. Él me decía que se había comprobado que el huevo puede almacenar virus... Ahora están probando vacunas contra el virus en gallinas especiales criadas prácticamente en un laboratorio y la vacuna será almacenada en el propio huevo.
Aunque parezca mentira, yo viví casi toda mi vida en cuarentena.
La vida normal con mis padres en una casa sin separar cubiertos ni pensar en contagios solo me duró los escasos 9 años que viví con ellos y mis hermanas.
Después fue el acostumbramiento a cuidarse del contagio que nos inculcó la tía abuela en cuya casa vivimos algunos años, decisivos en nuestra crianza.
Es extraño el cambio de las costumbres en el norte. Allá se cuidaban con esmero de no ser contagiados con la gripe y la terrible tuberculosis.
Con el tiempo las costumbres cambian, pero en el norte la gente es más acogedora y comunicativa que en Lima. Solo Trujillo le gana a Lima en no ser amistosa.
Mientras tanto, nos estamos acostumbrando a no hablar con casi nadie y hemos adoptado la costumbre de la abuela de un amigo italiano que se ponía a renegar y a hablar sola, de las cosas que le afectaban.
Tanto de la abuela Juana de Gustavo, como de mí, ahora, dirán o dirían que somos locos, pero qué bien se siente uno cuando bota todo lo que tiene adentro aunque nadie te escuche o te dé bola..
San Borja, 13 de junio del 2020.
Emilio Robles Hora..