Los americanos de Estados Unidos, han bautizado con la palabra bullying, algo que aquí se conoce como cochineo (jerga un tanto antigua) o vacilón. Se dice cochineo cuando alguien es objeto de la burla de otro o de otros, igualmente se le llama vacilar a esta misma acción. Claro, que el bullying, sería un cochineo exagerado o un vacilarse sin límites ni miramientos...
El cochineo consistía en burlarse de alguien, casi con su consentimiento e igualmente, el vacilar a alguien...
Sin embargo a lo que llaman bullying los americanos se refiere a una "guerra psicológica" sin bandera y sin tregua desatada contra alguien que no cae bien a los demás.
O también a alguien a quienes ellos consideran "nerd" o "monse" como se le conoce aquí.
Pero, ¿Es indiferente a la masa escolar (a quienes está referido preferentemente el bullying, aunque debiera de tomarse en cuenta el bullying laboral, que es más cruel) el vacilar o cochinear a alguien en un aula de clases?
Nos parece que no, sobre todo, tratándose de los peruanos, quienes tenemos la costumbre de poner apodos (chapas o alias) a todo el mundo, en especial a los más tranquilos, nerds o monses del salón...
Acaso sucede aquí o en Estados Unidos y sólo en este tiempo... No, el bullying siempre existió, como que un autor premiado con el Nobel, como Herman Hesse, ya escribió al respecto en su célebre "Demian" en el que aparece un niño matón que molestaba a los demás y los amenazaba con pegarles si no le pagaban una determinada suma de dinero.
Pues el "bullying" según lo que leemos, no sólo consiste en acosar, poner apodos, sino también en amenazar o pegarle al niño más manso o menos agresivo...
Puede ser tan grave que si no es detectado a tiempo y cortado de raíz por los profesores, o tutores, puede conducir al suicidio a la persona acosada o también al crimen por los mismos, contra los agresores, o a la inversa.
¿Algunos de nosotros nos libraríamos de no haber practicado el bullying en su mínima expresión?
Nos parece que no, en vista de no existir nadie que tire la primera piedra, esto es, en alguna u otra forma y en algún u otro momento lo hemos practicado sin darnos casi cuenta.
¿Quién puede decir que nunca en su vida ha llamado a algún amigo o enemigo por su chapa, apodo o mote, en su presencia o ausencia?
Nosotros, cuando estudiábamos en el Colegio Salesiano de Lima, gozábamos sobremanera con las chapas o apodos de nuestros amigos y no nos dábamos cuenta en qué forma podía afectar a la víctima, algunos apodos, tal vez infamantes o quizá indeseados.
Recuerdo que una vez uno de nuestros compañeros empezó a pegarle al amigo Salazar, que en paz descanse, y los demás saltamos en su defensa. Al preguntarle al agresor por qué le pegaba, él dijo: -Porque me está diciendo: "Piedra" y todos nos echamos a reír. A partir de ese momento el amigo se quedó con aquel apodo y nunca más se le llamó por su nombre.
Era una crueldad de niños, pero era una crueldad que no entendíamos porque sólo lo hacíamos por divertirnos...
Y todos los profesores tenían que llevar de por vida su apodo. A un profesor cojo, le decíamos: "Pata con hipo" o "Llanta baja"; a otro algo feo, le decíamos: "Cara de hacha"; a otro que nos hacía reír mucho, no sé por qué, le decíamos: "Teta", él solía decir: -Ya le están diciendo "Zeta" al profesor...
Y así por el estilo. Los niños no sabíamos que éramos crueles, sino más bien nos creíamos divertidos, como lo era "Sofocleto", que a un célebre político, le puso: "Tucán" por su prominente nariz y a otro "Lechuzón" porque se parecía a una lechuza y a otro "Caballo loco" porque era un poco loco y pateaba a quienes lo precedían y le quitaban protagonismo.
Luis Felipe Angell (Sofocleto) nos divertía muchísimo cuando escribía su celebérrima página: "Sofocleto" en dos columnas en el diario "El Comercio" de Lima.
Es cierto que algunos no tienen mucha correa y suelen picarse. Entonces, la masa se vuelve más cruel y no cesa en decirle los apodos o recordarles sus errores.
Sin embargo, los políticos, que están en todas las primeras planas de los diarios, tienen que "hacer de tripas, corazón" y no sólo aceptar con humildad los insultos, sino valerse de ellos para ganar. Todo el mundo recuerda a don Luis Bedoya Reyes antes de su reelección, cuando dijo: -Dicen que voy a ganar por una nariz...
Y eso es precisamente lo que le gusta a la gente. Que los políticos, no sólo sean amplios, que no se piquen por nada, sino que hasta saquen ventaja de las desgracias o insultos y sean hasta divertidos, como lo fue don Luis Bedoya Reyes (todavía vive y recientemente le hicieron un homenaje con condecoración incluida) quien fue dos veces Alcalde de Lima y uno de los mejores Alcaldes que tuvo la ciudad.
Pero, también se tiene que tomar en cuenta por los profesores y personal de los colegios, en especial por los psicólogos para fomentar la camaradería entre los alumnos de un mismo salón, como ocurrió con nosotros en Salesiano, colegio en el cual, los sacerdotes intervenían para hacer que los alumnos se llevaran mejor entre sí, como que una vez me llamaron la atención cuando me burlé de unos compañeros y ellos se quejaron a la dirección de estudios.
Como sea, el bullying (entendido como bromas sarcásticas o guerras psicológicas entre alumnos de un mismo plantel y a veces burlas extendidas a los profesores) deben ser controladas o eliminadas de los colegios con un buen control efectuado por los responsables de los mismos y una buena orientación hacia el alumnado.
San Borja, 18 de enero del 2,012.
EMILIO ULISES ROBLES HORA
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