jueves, 26 de marzo de 2015

LOS SUCESOS DEL 5 DE FEBRERO DE 1975.

    En el mes de Febrero de 1975 yo trabajaba en la oficina
de Carga Nacional de la Compañía de Aviación "Faucett"
en la Av. Wilson 865, en pleno centro de Lima.
 
    Recibíamos carga para nuestros lugares de destino en donde
se prestaba el servicio aéreo, entre ellos: Cusco, Arequipa, Tacna,
Piura, Tumbes, Talara, Chiclayo, Trujillo, Ayacucho y principalmente
para la zona de la amazonia, cuyos lugares principales como
Iquitos, Pucallpa, y Tarapoto, entre otros, tenían gran demanda.

    No existían los modernos aparatos de comunicación que
existen hoy y nadie estaba con su audífono pegado al oído como
ocurre usualmente en nuestro tiempo en que desde el barredor de
la calle hasta el último funcionario anda atado al celular o la laptop
y tampoco estaba permitido que uno fuera al trabajo con ningún
radio a transistores o llevara un televisor, como hoy ocurre.

    Por lo tanto, nos enterábamos de las noticias por lo que
comúnmente se suele llamar: "Radio Bemba", o sea los chismes o
las comunicaciones de nuestros propios clientes.

    Desde días antes del 5 de Febrero, nos venían contando nuestros
usuarios que había problemas en la Policía Nacional.  Que estaban
reclamando reajustes salariales y que tenían reclamos por algún maltrato
a un personal subalterno.

    Nosotros seguíamos trabajando y escuchábamos ocasionalmente lo
que nos contaban, hasta que el día 5 de febrero llegó temprano alguno
de nuestros clientes con una voz alarmista:

     -¡No hay policías en las calles, la ciudad está desguarnecida!
     -¡La Guardia Civil (la Policía de aquella época) está de huelga!

     Con esos nuevos datos, los empleados y obreros que trabajábamos
nos pusimos en guardia.  Sugerí al Jefe que cerrara la Oficina y nos
dejara ir.  El Jefe se puso dubitativo. No sabía qué decidir. Cuando
empezaron los disparos.  Se escuchaban a pocos metros. Disparos de
revólver o de pistola. Al principio más espaciados y luego más seguidos,
le exigí esta vez al Jefe, que cerrara la Oficina por la seguridad del
personal y de la empresa.  Él, se asustó y dio la orden de que
cerraran la Oficina y que nos fuéramos a nuestras casas.

    Cuando salía de la empresa, se me ocurrió decirle a uno de mis
compañeros de trabajo para ir a ver qué estaba ocurriendo. El amigo
me dijo:

   -¡Estás loco! ¡No escuchas los disparos!

     Lo que sucedía en ese momento es que mi espíritu periodístico
me llamaba a registrar un poco más de lo que estaba escuchando,
pero, ¿cuántos curiosos habrían recibido un disparo aquel día?

      Luego para ir a la casa en donde vivía en Pueblo Libre, tuve que
tomar tres buses, cuando usualmente sólo utilizaba uno.  

      Como dije al principio yo trabajaba en la Av. Wilson en la
cuadra 8 y los sucesos del incendio de los diarios: "Correo" y  "Ojo"
así como del Centro Cívico se produjeron a escasas 2 cuadras de
donde yo trabajaba.

      Tuve que ir a la Av. Alfonso Ugarte caminando y de ahí
tomar un bus que me llevó hasta la Plaza Bolognesi, luego
transbordé a otro ómnibus del cual me bajé en la cuadra 15
de la Av. Brasil para de ahí subir a un tercero que me llevó a
Valdelomar en Pueblo Libre en donde vivía mi tío a fin de
escuchar y ver las noticias por la Tv.

     Lo que apareció en la Tv. fue el Comunicado por medio del
cual se suspendían las garantías constitucionales y se establecía
el toque de queda, a partir de las 7.00 p.m.

     Al siguiente día salió en los periódicos que el Gobierno del
General Juan Velasco Alvarado reconocía que ante los
desmanes y saqueos, la Fuerza Armada (Ejército) había puesto
orden con un saldo de 100 muertos aproximadamente.

     Fue algo para no creerse. Desde la tragedia del Estadio
Nacional en que fallecieron por diversas causas, las más de ellas
por asfixia, más de 300 personas el 24 de Mayo de 1964, no
había habido otra tragedia de esa envergadura.

     Claro que en este caso y dadas las circunstancias, no hubo
aparentemente, ni reclamos ni llantos.  Los muertos pasaron  a
integrar lo que comúnmente se llama eufemísticamente el
Costo Social de un gobierno.

Como los diarios incendiados tenían a sus reporteros en la calle,
fue común ver en ellos a los individuos del saqueo cargando artefactos
eléctricos en las manos o ropa, zapatos y otros objetos que habían sido
el motivo de sus ambiciones que a muchos de ellos los llevó a la tumba.

      Según he leído, no eran delincuentes, sino gente desempleada,
obreros y otras personas de escasos recursos económicos  que
viendo la ocasión para llevarse los objetos ambicionados, no
midieron las consecuencias de sus actos y terminaron siendo
baleados por la tropa.

     Sin embargo, hasta ahora hay esa mala costumbre de llevarse
lo que no es suyo, como hemos visto en un reciente accidente
automovilístico en donde se podía ver en la televisión que ninguna
de las víctimas tenía zapatos.  La gente que acude a cualquier
accidente lo primero que se lleva son los zapatos o las zapatillas
de las víctimas, no importándoles la tragedia de los deudos, ni la
mala vibra de los objetos robados.

     Muchas personas han hecho análisis de las causas o circunstancias
en que se dieron los sucesos del 5 de febrero, dicen que algunos
partidos políticos se aprovecharon de las circunstancias para hacer
protestas o quemar los diarios que estaban en poder del Gobierno
de aquella época, que fue un complot, etc.

     Nosotros no supimos cuáles fueron las circunstancias determinadas
que llevaron a que ocurrieran esos luctuosos sucesos y sólo fuimos
testigos de un terrible momento de la historia de nuestro país.


     San Borja, 26 de marzo del 2015.

     EMILIO ULISES ROBLES HORA.

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