POR: EMILIO ULISES ROBLES HORA
Noche de paz, noche de amor, dice el villancico más célebre de la Fiesta Navideña, pero, ¿Es en realidad una noche de paz o una noche de amor?...
El consumismo ha convertido a la principal fiesta de la cristiandad en un mercado ruidoso y de ambiciones sin fin.
Todos quieren pasarla bien, hasta los delincuentes, quienes hacen su "Agosto", precisamente en Diciembre, donde los asaltos se multiplican y los comerciantes tratan de vendernos de todo, desde pavos y panetones, hasta cohetones y ratas blancas (cohetes sumamente peligrosos).
Una fiesta que debió haber sido de recogimiento familiar y de amor, se ha convertido en un "pandemonium", donde todo el mundo trata de hacer provisiones a como dé lugar.
Hace más de 50 años, cuando éramos unos niños y vivíamos en el recordado Barrio Fiscal Nº 2 de Trujillo, en casa de nuestros padres, no había panetón, ni pavo, ni cena navideña, ni nada de lo que ahora angustia a muchas familias, pero en cambio, había mucho amor, alegría y comprensión. Algo que ahora parece muy lejano en tantas familias desunidas por la discordia.
Recuerdo que mis padres, siempre ocurrentes, me decían: "este año Papá Noel está muy pobre por la guerra de Corea, ha tenido que atender a los niños de aquel país" sugiriéndome por esta vía que no pidiera regalos costosos, pero la recomendación estaba demás, porque me habían enseñado a no pedir, ni recibir nada de nadie, que no fueran ellos mismos.
Luego me inducían a escribir una carta y ponerla encima de mis zapatos (no había tampoco el famoso Árbol de Navidad).
Y por supuesto, los niños teníamos que acostarnos temprano esperando con el descanso diario, el día siguiente para ver nuestros regalos, los cuales eran vistosos: un año fue un trompo giratorio de colores, que zumbaba al dar vueltas; en otro, fue un patín, de aquellos con uñas y de acero.
Hasta que cumplí ocho años y mi padre me informó que no existía Papá Noel y que me iba a comprar el regalo que yo eligiese.
Yo escogí una pistola de juguete, la cual me fue entregada y al poco tiempo decomisada, porque ellos educadores al fin, no deseaban que su hijo jugara con tan peligroso como sugestivo juguete.
Es importante que recuerde esto, porque ahora los padres, sobre todo de los estratos más pobres, ya no les enseñan a sus hijos a: "No pedir, ni recibir nada de nadie; antes por el contrario, les fomentan la idea de la mendicidad.
Con el cuento del "Halloween o "Noche de Brujas", llevan a sus hijos a los "distritos ricos" a pedir caramelos de puerta en puerta (conducta americana de las peores, inducidas a través de la televisión). Y cuando llega las cercanías de la Navidad, hacen lo mismo.
Todos los años, al acercarse las fiestas navideñas, aparecen aquellas personas que empiezan a pedir limosna para pasar una Feliz Nochebuena y que a decir verdad nos hace sentir mal a quienes deseamos un país próspero, sin mendigos y con igualdad de oportunidades para todos los ciudadanos.
Sin embargo, también se debe enseñar a aquellos individuos proclives a pedir dinero para las fiestas, que también se puede pasar bien una Navidad sin tanto consumismo.
La prueba es que nosotros hace más de 50 años no contábamos con medios económicos abundantes y la pasábamos muy bien sin pavo, sin panetón, sin cena ni regalos caros para todos, pero en cambio, con mucho amor, mucha alegría y en la unión, la paz y la armonía de la familia.
Artículo publicado en la Navidad del año 2,005
en "Opinión Vecinal" Nº 42 y reestructurado
hoy día 9 de diciembre del 2,011.
EMILIO ULISES ROBLES HORA
em77rob7@hotmail.com
LES DESEO A TODOS MIS LECTORES UNA FELIZ NAVIDAD Y UN PRÓSPERO AÑO 2,012.
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