viernes, 6 de junio de 2014

MONSEÑOR JULIO GONZÁLEZ RUIZ, UN OBISPO SINGULAR.

   Hace unos años, como lo hacía muy a menudo, regresé a
mi Colegio (Salesiano de Lima) y al estar cerca a la entrada
del sótano, donde se almacenaban los vinos que preparaba
don Franzero (Franchero le decíamos) encontré junto a una
bicicleta a alguien que me pareció de lejos un conserje.

    Estaba de espaldas, vestido como un paisano.

  -¿No has visto a algún sacerdote? le pregunté.

  El joven o aquella persona que yo había creído se trataba
de algún empleado de servicio del Colegio se dio  vuelta  y
al verlo, me quedé sorprendido y me respondió:

  -No, no he visto a ninguno.

  Yo no salía de mi asombro al reconocer en mi interlocutor
a Monseñor Julio González Ruiz, ex-obispo de Puno.

  - ¡Monseñor!, disculpe, lo confundí con alguien de la Casa.

  -No se preocupe.

   Yo, había leído en  los periódicos limeños que Monseñor
Julio González Ruiz,  había sido destituido de su cargo y
que él no aceptaba esa disposición y más bien apelaría a Roma.

   El diario "Correo" cubrió la noticia a toda página, dándole
las primeras planas de varios días.

   Decía el diario que Monseñor Julio González Ruiz, era
acusado de darle: "Besitos a las chicas" y lo presentaban casi
como un desequilibrado mental. Me atreví a interrogarlo,
aprovechando el fortuito encuentro.

   - Monseñor, los diarios decían que Ud. les daba besos
     a las chicas, un poco más y decían que las enamoraba.

   - Sí, a mí tambien me dijeron algo parecido, ni más ni
      menos que una autoridad eclesiástica y yo le respondí:
     "si una mujer es como una flor, por qué no apreciar su
      belleza, en cambio hay unos cretinos que no merecen
      ser tomados en cuenta".
    
   - Por qué ese ensañamiento de los medios de prensa
      en contra de usted, Monseñor, a qué se debe tanto encono.

     Y me habló con una parábola, contándome el cuento de
la garrapata:

     - Había una vez un médico muy famoso en un pueblo y
        cada cierto tiempo venía un campesino enfermo con
        las picaduras de las garrapatas.

        Este médico tenía un hijo, que para variar, también
        estudió medicina y cuando se recibió; el padre, para
        honrarlo, lo dejó a cargo de su consultorio, mientras
        él salía de viaje.

        A su regreso, el hijo le comunicó entusiasmado a su
        padre:

        - Papá, ¿te acuerdas de aquel antiguo paciente tuyo
           que sufría de las picaduras de las garrapatas?

        - Sí hijo, ¿qué pasó?  

        - Que yo imbuido de las nuevas técnicas médicas
           he curado definitivamente al hombre de las
           garrapatas. Él ya no volverá nunca más a
           tratarse de ese mal.

           Y el viejo médico indignado, le respondió.

         - ¡Qué has hecho insensato, has acabado con
            nuestro patrimonio!

       "Lo que sucedió es que la Iglesia tenía en Puno, extensos
terrenos agrícolas, que yo en alguna manera administraba".

       "Como estaba próxima a dictarse la Ley de Reforma
Agraria, yo me adelanté y repartí las tierras. Se suponía que
yo no debería haberlo hecho y por eso fui destituido".

        Como lógica deducción, supuse que las demás invenciones
en contra de Monseñor González Ruiz, eran parte de la guerra
psicológica desatada en contra del prelado.

      Él viajó a Roma y en la ciudad eterna, lo pasearon
o en otras palabras, lo mecieron, enviándolo a estudiar
francés a París y esperaron a que se volviera viejo para
regresarlo al Perú, cuando ya no constituyese un peligro
para nadie*.    Aún así, él estaba prohibido de celebrar
Misa, de estar en ninguna Parroquia o Iglesia, salvo a
guarecerse en su casa matriz de los salesianos, quienes lo
acogieron cordialmente y le dieron el tratamiento propio
de un Obispo. Él desarrolló sin embargo, una buena labor
en la Provincia de la Unión en Arequipa en donde creó
una entidad de ayuda a la gente de esa localidad.

     Como yo no era muy partidario de sus ideas un tanto
extravagantes, me aparté silenciosamente de él. En cambio,
la señorita secretaria de la Librería Salesiana simpatizaba
mucho con él y se adaptaba a su lenguaje. Ella le hablaba
de tú y le decía Julito, con cierta sonrisa un tanto socarrona.

     Yo tuve el siguiente diálogo con él:

   -¡Dime Julio y háblame de tú!
   -Pero Monseñor, usted es una autoridad.
   -Bueno y usted no comprende que todos somos iguales.
   -¿Por qué ahora me trata de usted?
   - Porque si usted no me trata de tú, yo no puedo
      hacerlo.
   - Es diferente, usted es una autoridad y es mayor que yo
      por lo tanto, puede decirme de tú, en cambio yo no
   - Entonces si no me dices de tú, yo le diré de usted.

     También le pregunté por su crucifijo dorado:

  - Monseñor ¿Por qué usa usted un crucifijo de cobre?
  - Porque el cobre también es un buen metal.
  - Pero no corresponde a su autoridad, usar algo
     que no está de acuerdo a lo que todos están
     acostumbrados.

    Tenía un "Volswagen" escarabajo a su servicio, una
moto y una bicicleta. Y me hablaba de "ellos" que eran
una especie de fijación mental. "Ellos", seguramente
para él, serían los confabulados del mal.
 
    Repentinamente un día según dijeron, lo llamaron a
una "emergencia espiritual", algo así como dar la
extremaunción, como le sucedía a Don Bosco, que a veces
lo emboscaban y aparecía el perro Gris y lo salvaba, pero
el Monseñor falleció, según se dijo, en un accidente.

   Cuando él era joven y un sacerdote común, nos daba sus
charlas en los ejercicios espirituales y nosotros lo
aplaudíamos.

   Apenas lo nombraron Obispo, yo que era un joven
estudiante, me acerqué y le besé el anillo. Él en ese momento
era un obispo tradicional. ¿No sé qué pasó para que cambiara
tanto?
 
   Una lástima su destitución, su viaje al exterior y su
fallecimiento posterior en Lima. En Puno, lo admiran
y  hay muchos colegios e Institutos que llevan su
nombre.

   Monseñor Julio González Ruiz descanse en paz.

San Borja, 6 de junio del 2014.

EMILIO ULISES ROBLES HORA.

*Fue en aquella época, precisamente, en la que me
  encontré  con Monseñor Julio González Ruiz, a un
  costado de la entrada del depósito de vinos de don
  Franchero, mientras guardaba su bicicleta.

4 comentarios:

  1. Muchos curas deben seguir su ejemplo, julito fue un excelente formador y rompio esquemas donde quiera q estuvo,q alegria haberlo conocido, mediante un amigo q si estuvo al lado de el y tuvo la bendicion q el lo ordeno x los años 1972 en la punta callao.

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  2. El Obispo humano, que puneño no lo recuerda, era amado por su pueblo, la envidia y el mal del clero lo mato, descanse en paz Monseñor

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  3. Que pena, fue un gran obispo, en Puno hizo mucha labor, el que es de tu oficio es tu enemigo, nunca olvidaré a Monseñor Julio Gonzales Ruiz

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  4. QEPD el Padre Julio fué Director del Colegio Salesiano Don Bosco del Callao. Tuve la suerte de conocerlo. Fue un adelantado de su época. El gobierno militar choco con él según dicen no solo por lo de las tierras sino por la represión contra los pobladores por manifestarse en contra de la esposa del Cachaco Velasco.

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