martes, 2 de septiembre de 2014

LOS CINES, PALACIOS DE LA IMAGINACIÓN Y EL ENTRETENIMIENTO.

    Mi primer acercamiento al Cine fue cuando tenía 7 años.

    Mi padre era contrario a este nuevo entretenimiento. Para
él, sólo existían los libros y los periódicos.

     Mi madre en cambio, era aficionada a ver películas
mexicanas y a veces íbamos, junto a ella, mis dos hermanas
y yo.
      Recuerdo cuánto nos divertimos al ver una película
con Pedro Infante y Oscar Pulido, llamada: "Escuela de
vagabundos" y otras películas mexicanas con Niní Marshall
"Catita"o "Cantinflas", "Tin Tán", Elsa Aguirre o María Félix,
entre otras luminarias del Cine de Oro de México.

        Regularmente mis hermanas me llevaban al Cine
a ver películas americanas y me solían contar lo que sucedía,
aunque como yo no era muy preguntón, no interrumpía ni
molestaba.
        Me acostumbré a la acción y pronto aprendí a leer.

       Vi películas americanas como: "El Príncipe Bandolero"
con Tony Curtis y Piper Laurie, "El Prisionero de Zenda"
con Stewart Granger y otros filmes.

        Lo más fantástico ocurrió al poco tiempo cuando frente
a mi casa inauguraron el Cine "Trujillo" (en la ciudad norteña
del mismo nombre) e hicieron previamente pruebas gratuitas.

       Yo entraba al Cine a ver las sinopsis y mis padres enviaban
a buscarme porque andaba metido en la sala cinematográfica,
sin darme cuenta del tiempo transcurrido, ni del hecho de estar
fuera de mi casa.

   Mi padre tuvo que admitir mi gran afición al Cine y empezó
a darme todos los domingos el dinero necesario para ir
a ver mi película. Me advirtió: "Recuerda que eso sólo es un
trapo" y "Anda a la localidad más cara". Claro, la más cara
era Mezzanine, pero yo me había acostumbrado a ir a Platea,
después de todo, no había que subir escaleras.

   Veía películas de guerra, por lo general americanas como
 "Dios es mi copiloto" y otras como "Arenas del Desierto" con
Alan Ladd y Arlene Dahl. Luego convertí en mis héroes, no
sólo a Alan Ladd, sino a Audie Murphy, Burt Lancaster,
John Wayne y sobre todo al que hacía de malo, y era un
maestro para ello: Dan Duryea.  Esperaba ver una película
en que actuara este último. No importaba tanto el héroe, sino
más bien, el antihéroe.

    James Mason, era un especialista en la materia.

    Una película sin antagonista, no era una buena película.

    Iba al cine  a ver cómo los americanos acababan
con los indios en su célebres cow-boys, aunque a veces los
indios replicaban comprándoles armas a los propios gringos
y así las películas se volvían más interesantes.

    Recuerdo una escena en que uno de los americanos era
el traidor que les había vendido rifles a los indios y luego de
un ataque, uno de los heridos identifica al traidor, el cual,
le hunde la flecha al ser descubierto.

     Yo al principio iba solo al Cine como casi en toda mi
vida, pero cuando llegué a Lima, iba con mis primos al Cine
"Monumental" que quedaba cerca a nuestra casa, ahí veíamos
las películas de "Cantinflas", además de todas las películas
de guerra y cow-boys que podíamos; también íbamos al
Cine "Fantasía" o al "Hollywood" y en contadas excepciones
al "Capitol" o al "Ritz" que estaban más lejos de donde
vivíamos en el Barrio de Breña (Chacra Colorada).

   Ahora al ver el estado calamitoso en que se encuentran la
mayoría de cines limeños y los muladares en los que se han
convertido la mayoría de ellos, nos viene una nostalgia por los
tiempos idos. En que ir al Cine era ir a un sitio elegante y
bello*.  Recuerdo cuando fuimos con mi hermana a ver la
película "Los Diez Mandamientos" al Cine "Tacna" y cómo
ella me hacía bajar la voz cuando hablábamos, porque
"En el Cine se habla en voz baja".  O sea que había un respeto
por los demás espectadores.  Hace poco fui a una Sala de
Estreno de la Universidad Católica y una señora prendía el
"maldito aparato", un celular que con su resplandor no me
dejaba ver la película "Viejos Amigos", si la veterana quería
comunicarse con su casa, debería haber abandonado la Sala,
antes que perturbar a los demás.

   Y eso no es nada, algunas personas van a "piratear" las
películas con su grabadora a vista y paciencia de los demás
espectadores.

   Una vez, en un Cine desaparecido: San Borja. Alguna gente
llevó sus viandas en "tapers" y salía un olor tan nauseabundo
que daba ganas de salir del Cine al instante.

   Todo cambió con la "efusión"**, no sé cómo llamarla, de las
clases emergentes. Sin preparación pero con mucho dinero,
iban a todos los espectáculos, pero no les habían, ni les han
enseñado a comportarse en esos lugares y entonces, muchos
cinéfilos como yo y otros, dejaron de ir al Cine. Además,
aparecieron los V.H.S. y los D.V.D., que nos aliviaron de estar
soportando comportamientos indebidos.

   Aunque en las salas de barrio era común este tipo de cosas
y hasta era divertido.

   Una vez fui al Cine "Arequipa" en la Av. Arequipa y era
tal el barullo que salía del balcón, que sólo quedaba reírse.
Pateaban el segundo piso y parecía que unos caballos venían
cabalgando.

   Otras veces decían unos chistes, más graciosos que la
propia comedia que uno estaba viendo.

    También algunas veces, nos "zampábamos" al Cine cuando
éramos jóvenes.  Los cuidadores se descuidaban y al poco
tiempo, sin pagar, ya estábamos adentro.

    Pero ello ocurrió en contadas oportunidades, que no
llegaron ni a tres.

    Me da la impresión que los cuidadores lo sabían, pero
como seguramente ellos lo habían hecho en alguna
oportunidad, toleraban el asunto.  Lo cierto es que siempre
había gente que no quería hacer cola y se zampaba en las colas,
ante la protesta de los demás, aunque también me cuentan que
había un señor que iba al Cine y decía que iba a entrar a sacar a
sus hijitos y en realidad lo que hacía era zamparse
elegantemente al Cine.

   Tantas anécdotas, tanta alegría. Dentro del Cine
disfrutábamos las dos horas o más de las comedias, bailes,
risas de los actores y actrices que nos hacían deleitar con
su arte, como también de los sufrimientos de la "cieguita"
o la "inválida" que no faltaban en el Cine Mexicano.

   ¿Y todo para qué? Para que hoy los cines, aquellos que
nos hicieron vivir vidas ficticias en las cuales éramos
millonarios, héroes o villanos, durante dos horas en las
cuales nos identificábamos con algunos de los personajes
que nos presentaba este fantástico mundo del celuloide,
sean abandonados y cruelmente asesinados por el
"progreso", aquel que no reconoce en esas salas llenas
de sueños, la contribución que hicieron al bienestar
de la gente...

    No hay ninguna forma de resucitar los cines. Muchos
de ellos ya no existen, fueron demolidos y ahora son
templos religiosos, o centros comerciales y otros nos
recuerdan que alguna vez existió un Palacio de la Imaginación
y el Entretenimiento, llamado CINE.

   San Borja, 2 de Setiembre del 2014.      
    
   EMILIO ULISES ROBLES HORA.

* Aunque también popular. En los años 50-60 se solían dar
   funciones gratuitas en ciertas fiestas, como el 28 de Julio.
   En todos los cines de barrio los niños y algunos adultos
   ingresábamos a espectar funciones gratuitas en matinales
   que pasaban cortometrajes de: "El gordo y el Flaco" o
   "Los tres chiflados". Recuerdo que el dueño del Cine
   "Diamante", de apellido Figari Luxardo, obsequió a mi
   Colegio una función gratuita de la película: "La Montaña
   Siniestra" con Robert Wagner y Spencer Tracy. ¡Qué
   comparación con el egoísmo que existe ahora que no dan
   jamás funciones gratuitas para los niños, ni en la Navidad!
     
** Irrupción efusiva, dinámica. Al no encontrar la palabra
   precisa, se me ocurrió darle otra acepción a "efusión".

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