En 1960, un familiar me invitó a ver a "Bill Haley y sus
cometas", un grupo americano cultor del rock and roll.
Presencié la función en el auditorio ubicado en el edificio
"Cavero-Dubois", aquel predio descuidado y sucio en donde
funcionó posteriormente el Cine "Imperio" y que hoy está
ocupado en su primer piso por una Iglesia Evangélica,
mientras los demás pisos son lugares fantasmales y
abandonados.
Luce actualmente en su fachada el usual aviso de:
SE VENDE.
El telonero de "Bill Haley y sus cometas". fue Luis Aguilé,
en aquel tiempo llamado Luisito Aguilé, quien llegara a ser
con el tiempo el célebre compositor de canciones de mucho
éxito, cuyas letras dicen: "Ven a mi casa esta Navidad"...
O: "Cuando salí de Cuba/ dejé enterrado mi corazón...
Luisito, quien falleció hace algún tiempo, cantó en aquellos
momentos, sus éxitos que dicen:
"Mira que luna/mira que cielo/estoy tan triste que por tí/
morir quisiera...
"Marina, Marina, Marina/contigo me quiero casar"...
El auditorio era pequeño. Había una especie de pasarela
que se internaba en la platea, adonde estábamos nosotros.
Era para mí la primera vez que veía en persona a un
cantante tan cerca.
Luego se presentó Bill Haley quien cantó su célebre:
"Al compás del Reloj" o "Rock around the clock"
Esa canción que suena:
"One, two, three, o'clock, four o'clock rock, etc."
ante el beneplácito de los concurrentes.
Aunque la canción que se llevó todos los aplausos fue
una que sonaba más o menos: "Ushushuia, cosita sabrosa/
ushushuia etc." la cual era interpretada por Bill Haley con
mucha gracia, casi con un toque de comicidad que hacía
reír o sonreír al público.
Siendo yo todavía un adolescente, tuve el privilegio de
asistir a este espectáculo como invitado de mi familiar,
siendo aún un estudiante secundario. Por cierto nunca
comenté con mis amigos del Colegio, para evitar
comparaciones o envidias, mi asistencia a dicho evento.
¡Qué diferencia! Ahora los jóvenes ponen en su facebook
sus actividades más íntimas, todos los días...
Con el tiempo y trabajando en la Municipalidad de
Magdalena del Mar, me daría cuenta de la realidad
económica del país.
Los sueldos y salarios míseros de aquella época, con
las justas alcanzaban a los trabajadores para ir al único
espectáculo más barato disponible: el Cine.
Sin embargo, aquel familiar, me invitaría años después
a un Estadio del Norte del país para ver a "Los Ángeles
Negros" y su cantante pricipal: Germaín de la Fuente.
Entonces vi cómo la imagen se iba alejando de mi vista y
sólo quedaba contentarse con el sonido y las canciones:
"Porque mi corazón late/ más fuerte cuando te veo/
el alma se me agiganta/ cada vez que en tí yo pienso..."
" Murió la flor/ y en mí/ tu esecia se quedó/ y tu risa
infantil/creo escuchar..."
La última invitación que recibí fue para ver a Paco de Lucía"
en un local ubicado en la costa verde. Cada vez se alejaba
más de mí, el intérprete, al cual ya no alcanzaba a divisar muy
bien, sino solo a escuchar su guitarra.
En otra oportunidad una sobrina me invitó a que vaya al
espectáculo del cantante hispano "Raphael" y entonces me
di cuenta que ahora debería llevar prismáticos, porque en
la galería del Teatro "Peruano-Japonés" ya casi no veía al
cantante, aún cuando su voz sonaba perfectamente audible.
El colmo llegó, cuando fui a "ver" y oír a "Santana"
compré una entrada que me vendieron en Ripley llamada
"Stand Up" y yo no me acordaba que "Stand up" significa
"De pie" en inglés. Cuando fui al Estadio Monumental, tuve
que hacer una cola de cinco cuadras y cuando entré me di
cuenta que el espectáculo estaba a casi "medio kilómetro"*
de distancia y el célebre "Santana" y su grupo eran unos
muñequitos que se movían al otro lado del planeta.
A pesar de que los organizadores habían puesto pantallas
gigantes, con las cuales se podían ver esos muñequitos un
poco más visibles...
Me salí al toque. Al fin y al cabo, en mi casa puedo
escuchar y ver mejor a "Santana" en un disco DVD.
Ahora las entradas cuestan más y el intérprete cada vez
está más lejos del espectador. Van al Estadio, 20,000 ó
30,000 personas incautas para "ver muñequitos distantes"
y pagan entradas de cientos de dólares.
Después vienen con pana y elegancia a contarte que
estuvieron en el Concierto de Paul Mc Cartney y casi lo
abrazaron, cuando tal vez vieron un OVNI o unos títeres
a larga distancia.
Y esos intérpretes nunca se presentan por la televisión
porque, los dueños de los canales están cada vez más
tacaños y además forman parte de esos productores de los
megaconciertos.
Antes usted no tenía que pagar cientos o miles de dólares
para no ver nada. Bastaba con prender el televisor y podía
ver y escuchar en primer plano, sin aglomeraciones ni
distancias a: Doménico Modugno, "Cantinflas", Tin Tán",
Xavier Cugat o María Félix.
Hoy ya no se puede, porque las televisoras no contratan
ni al "jilguero de Corrochochay" porque los dueños están
cada día más avaros y lo mejor que debían hacer es devolver
las frecuencias al Estado.
Ah, me olvidaba. Todo es cable y en el cable dan tantas
porquerías juntas, que lo mejor de la televisión es el control
remoto, por medio del cual podemos cambiar de un canal
a otro y al final quedarnos con el Canal del Estado, el 7,
el cual nos acompaña en estos momentos mientras escribimos
este artículo. Además es gratis, hasta que "el destino nos
alcance".
San Borja, 5 de octubre del 2014.
EMILIO ULISES ROBLES HORA.
* Suelo exagerar un poco en mis relatos.
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