No hace mucho tiempo, me invitaron al nuevo
Gran Teatro Nacional de Lima a escuchar un
Concierto de la Orquesta Sinfónica Nacional.
Y cuando uno sólo tiene que escuchar y estarse
quieto y sobre todo no toser, ni sonarse los mocos,
se dedica a observarlo todo y claro lo único que ve
uno, son instrumentos y los zapatos de los músicos.
Naturalmente que uno espera que todos estos zapatos
sean nuevecitos o relucientes y con lo que les deben
pagar a estos maestros, no les debe alcanzar ni para
comprarse zapatillas. Mientras los ministros se
duplican el sueldo de 15,000 a 30,000 soles.
Entonces, no es raro que uno vea zapatos viejos
o mal lustrados. Y ésto no es privilegio de nuestra
Sinfónica, sino que ocurre en todo el mundo.
El maestro André Rieu, un neerlandés famosísimo
que vemos a través de la U.H.F., que transmite los
canales en esta frecuencia, dominada por casi todas
las religiones y se pueden ver con la simple antena
de conejo, también usa zapatos tipo chancabuque.
Zapatos grandes, horribles y mal lustrados,
para variar.
En la televisión, como en vivo y en directo, o sea
en los teatros, no puedes presentarte mal vestido o
con los zapatos sin lustrar, porque todo el mundo te
está viendo y la Tv. muestra hasta la uñas de luto, que
¡Oh sorpresa! tienen muchos de los actores de
Hollywood y que no están representando
precisamente a "Fagin", el célebre delincuente de Oliver
Twist, sino que no se acordaron de recortarse
convenientemente las uñas.
Recuerdo que hace algunos años, trajeron por
primera vez a Lima a unos zambitos (morenos)
que bailaban un ritmo afro-peruano y cuyo papá se
hizo famosísimo al tocar prodigiosamente un violín.
Los productores de la Tv. no tuvieron el cuidado
de hacer que los niños (hoy adultos y célebres) se
lustraran los zapatos y aparecieron como niños
virtuosos pero con los zapatos sucios.
Una de mis primas me dijo alguna vez:
-Lo primero que me fijo en un hombre cuando lo
conozco, es en sus zapatos. Si están sucios o mal
lustrados, deduzco inmediatamente que es un hombre
sucio y descuidado.
Pero, realmente todos los que a veces no nos
lustramos los zapatos no somos sucios, o simplemente
descuidados.
Me inclino a pensar en lo segundo, porque uno
puede salir de su casa con los zapatos limpios y llega
al lugar de su destino, luego de caminar por lugares no
muy limpios, con los zapatos deslucidos.
A algunas fotografías mías, les he tenido que recortar
los pies y lo que más lamento es haberme tomado una
foto en Roma, junto al Coliseo Romano, impecablemente
con un terno italiano nuevo y con los zapatos sin lustrar.
Naturalmente que nadie viaja con betún y una escobilla
de lustrar zapatos y allá como acá, cada vez escasean
más los lustrabotas. El ex-Presidente Alejandro Toledo
que alguna vez lo fue, debería haber promulgado
alguna ley, exigiendo que en algunos lugares importantes
existan cabinas de lustrabotas, como sí la hay (una sola)
en el Aeropuerto Internacional.
El General Ulysses Grant, que alguna vez fue Presidente
de los Estados Unidos, siempre se lamentó de haber ido
a la ceremonia de firma de la rendición del Sur, mal ataviado,
con su traje de campaña, mientras que el rendido, General
Lee, fue impecablemente vestido.
Cuando vivía en casa de la señora Eloísa (sólo pondré
su nombre) una señora multimillonaria, ella observaba mi
atuendo y me hacía recomendaciones:
- Hijito, ¡Cómo es posible que no te pongas un pañuelo
en el pecho cuando usas camisa! No debes estar
solamente con camisa. Cuando no uses corbata, debes
ponerte un pañuelo. En la actualidad, desde el
Presidente de la República hasta el último de sus
ministros se presentan en la televisión, no sólo sin
pañuelo; sino, sin corbata que es lo más lamentable
y los entrevistadores están mejor vestidos que ellos
con su terno y corbata, pese a que ganan 10 ó 100
veces menos que los dignatarios, los cuales deben dar
el ejemplo en el buen vestir.
Doña Eloísa continuaba en sus recomendaciones:
- ¿Cómo es posible que uses esos pantalones pasarríos*?
Se usan los pantalones cubriendo parte de los zapatos.
Y tuve que ir al sastre para que me los arreglen.
En fin, debo agradecerle a la señora Eloísa, a la cual
sus sobrinos no terminan de heredarle los millones,
porque si bien no me dejó ni un céntimo, a pesar de
sus buenos deseos expresados en vida, cuando solía
decir que cuando se muriera pensaba dejarles a quienes
la habían acompañado, alguna de sus casas y yo viví en
su mansión durante casi 20 años.
Sus sobrinos dijeron que murió intestada, lo cual no
era creíble en una persona tan organizada como ella.
En cambio sus consejos no cayeron en saco roto,
aunque todavía no tenga para comprarme un pañuelo
y suplir la corbata cuando visto de sport.
Los políticos son los más huachafos** cuando se
presentan en televisión. No sólo aparecen mal vestidos,
sino que hacen un contraste deplorable al ser entrevistados
por empleados del Canal de Televisión a los cuales los
obligan a vestirse bien.
Recuerdo también cuando llegué a Lima en 1954 y me
querían llevar al Teatro Municipal, se acordaban que
debían ponerme corbata, sino me botaban del Teatro.
Ahora que la huachafería se impone, la gente va vestida
de cualquier manera, aunque todavía exista gente que
cuando va a ir al teatro (a cualquiera) se esmeran en
ir bien presentadas.
En aquel tiempo, las mujeres no entraban a la Iglesia
si no se ponían la célebre mantilla. Hoy van vestidas de
cualquier modo y lamentablemente muchas personas van
a la Iglesia a toser o a sonarse los mocos.
Así hayan cambiado las cosas y la gente ahora sea
más rica, los buenos usos y la corrección en el vestir,
nunca se debe dejar de lado.
San Borja, 17 de febrero del 2014.
EMILIO ULISES ROBLES HORA.
*Pantalones pasarríos.- Son los pantalones más cortos
de lo necesario. Dejan ver las medias o calcetines.
**Huachafería.- Es el uso inadecuado de prendas de
vestir o también en la compra de objetos para dar
la impresión de una clase económica superior.
Vestirse en forma extravagante.
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