lunes, 7 de julio de 2014

LA CULTURA DE INTERNET Y LOS CELULARES.

    Algunos años después de terminar mis estudios en el
Colegio, veía a un ex-compañero de estudios caminando
por la calle y mientras el microbús en el cual viajaba iba
avanzando lentamente, observaba que este amigo hablaba
solo.
   Al conversar con algunos de mis amigos. Ellos me dijeron:
lo que pasa es que tu ex-condiscípulo se volvió loco.

   Sin embargo, con el paso de los años, yo me hice una
autoobservación y también estaba hablando solo por la calle.

  Me respondí: No, no es que toda la gente que pasa
hablando sola por la calle está loca, lo que sucede es que
se piensa con palabras y a veces no se controla si se está
haciendo en silencio o no.

  Para mi satisfacción, hoy todo el mundo habla solo por
la calle, o aparentemente lo hace así. Lo que sucede es
que ya no se puede distinguir quien está verdaderamente
loco o está hablando con su celular: hands free o traducido
al castellano, libre de manos.

  Aunque los locos de remate, no necesitan ni hands free  
ni celulares, ellos hablan con palabras ininteligibles y se
contestan, sin necesidad de interlocutores.

  Los telefonitos o celulares han liberado a la gente monga*
o taciturna. A aquellos que nunca hablaban ni una palabra
por la calle y en especial a la mujeres que ahora pueden
charlar alegremente en los microbuses, salas de espera de
consultorios y en cualquier lugar en donde haya concentración
de personas, con un afán protagónico, contando los últimos
chismes del barrio o los síntomas más connotados de las
peores enfermedades o en último caso, para avinagramiento
de los pasajeros o pacientes, las últimas desgracias acontecidas
en el país.

   Está demás decir que también invaden los cinemas y
teatros con sus aparatitos, tanto hombres como mujeres que
desean sentirse importantes o recibiendo llamadas oportunas
de sus amistades o prendiendo el dichoso celular en plena
función, lo cual impide o perturba al espectador que no desea
ver el color azul o verde del maldito aparato.

   Sin ir muy lejos, en algunas reuniones familiares he observado
que algunas de las dueñas de casa se ponen a hablar delante
de todos, incluyendo los invitados y hasta hacen callar a los
presentes, en lugar de pararse e irse al jardín o a la calle a
contestar sus llamadas.

  Son los progresos de la vida moderna, aunque algunas veces
preferiríamos regresar al pasado.

  Cuando viajas en un microbús, todos los jóvenes y algunos
veteranos, están con sus audífonos escuchando alguna canción
o en otra dimensión comunicándose con sabe Dios quién o
enviando mensajes con una velocidad que ya la envidiaría un
antiguo estudiante de mecanografía.

  Hoy todos los jóvenes son mecanógrafos expertos y nunca
pisaron una academia para estudiar los secretos de esta
profesión, ni siquiera se ofrece ahora como antes, los estudios
de mecanografía. Y ni qué decir de la ortografía...

  Basta leer por Internet, las barbaridades que escriben los
muchachos y chicas, que suelen ser masters en cualquier
profesión  y no saben si burro se escribe con b labial
o si se escribe vurro. Porque la verdad es que cada vez son
más burros y sin embargo no les falta un título académico.

  Los antiguos nos decían que la educacíón primaria era mejor
que la secundaria de aquellos nuestros viejos tiempos, para
justificar que ellos no llegaron a concluir sus estudios en un
nivel inmediatamente superior, o porque tal vez, en sus lejanos
tiempos, se estudiaba más algunos cursos que con el correr
de los años eran reducidos a casi la no existencia.

  Siguiendo este patrón, tal vez podría pensarse que como no
logramos un título académico, a pesar de haber pisado la
Universidad, estamos denostando a aquellas personas que
lo han logrado, tal vez por haber tenido una mayor protección
familiar o económica, aunque también por sus propios méritos.

  No generalizamos. Efectivamente hay profesionales de primera
magnitud, dignos de ser reconocidos en cualquier lugar, aunque
los mencionados arriba, también los hay.

  Yo recuerdo cuando enseñaba el curso de Historia Universal
en Primero de Secundaria del Colegio Salesiano de Lima,
cuando tenía que calificar a determinados alumnos, no sólo
les ponía la nota más alta, sino que lamentaba que no existiera
el 21 para ponerles (en el Perú la nota más alta es 20) porque
eran tan inteligentes y lo hacían todo tan bien que daba ganas
de calificarlos con un fuera de serie; aunque habían algunos que
respondían tales barbaridades, que daba risa leer sus exámenes.

  Una hermana mía me cuenta que una alumna respondía a
una pregunta como ésta: ¿En dónde se desarrolló la cultura
Chavín? Y la alumna respondía: La cultura Chavín, se desarrolló
en la cultura Nazca...

  Nosotros no podemos adelantar si esta  cultura de Internet
y de los celulares llegará a desarrollar futuros ciudadanos más
cultos e instruidos o todo lo contrario. Esperaremos los nuevos
descubrimientos, tal vez descubran la manera de lograr que
la gente no se aburra y no sea burra.

San Borja, 7 de julio del 2014.

EMILIO ULISES ROBLES HORA.
 
*Gente Monga.- Personas insociables, que no se juntan
                          con nadie y prefieren siempre estar
                          solas.

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