lunes, 14 de julio de 2014

¿LA INMIGRACIÓN ES SIEMPRE EXITOSA?

   Muchas veces nos hemos preguntado ¿Por qué emigra la
gente de un país a otro. Y la respuesta es casi obvia: porque
no encuentran las oportunidades que pueden hallarlas en el
país al cual piensan ir.

   Y ¿Por qué la mayor parte elige los Estados Unidos de
América y no otro lugar? Porque la idea es de que se gana
bien y es el país de las oportunidades...

   Pero, realmente lo es... ¿Todos los que emigran a los Estados
Unidos, triunfan? ¿Ganan más?  ¿Por qué en sus países de
origen, por lo general, latinoamericanos no se gana igual, ni
existen tantas plazas de trabajo vacantes como son necesarias?

   Conocí a un amigo de mis primos, que siempre me pasaba
la voz cuando ellos vivían en Magdalena.  Este joven de
buena presencia y muy amable, emigró a los Estados Unidos
siendo muy joven.  Luego con el transcurrir de los años, se
me ocurrió preguntarle a mi prima qué había sido del amigo que
viajó a los Estados Unidos, el cual  había trabajado en Lima para
la Compañía Telefónica.  Ella me contó que el joven había ido
a trabajar como tantos otros en labores menores. Que fue
jardinero en la casa de una anciana que vivía en Miami, quien se
encariñó con él y lo trató como un hijo.

    Cuando falleció la anciana, le dejó una cuantiosa herencia y
en aquel tiempo era un hombre rico.

   Pero eso es como un cuento. Es algo irreal. La mayoría
de la gente que va a los Estados Unidos, empieza a hacer un
trabajo que aquí lo desempeñan las personas con menos
estudios, quienes han heredado o aprendido el oficio desde
niños o jóvenes. El trabajo de obreros, más o menos
especializados.

   Limpian baños o trabajan en construcción civil.

   Un amigo me contó que allá él entró a un restaurante como
ayudante limpiador de la cocina y que con el tiempo lo habían
ascendido a ensaladero y ganaba muy bien.

   Aquí en cambio, él era empleado de la Compañía de Aviación
"Faucett" y sin embargo, ganaba mucho menos y además esa
empresa quebró dejando en la miseria a muchos de sus
trabajadores, sin que el Estado garantizara prioritariamente
como manda la Ley, ni sus indemnizaciones, ni el  pago a
que tenían derecho por sus últimos años de trabajo que no
les fueron abonados a los sufridos empleados.

   Lo cierto es que cuando estuve en Miami, vi a muchos
inmigrantes de diversas nacionalidades hispanas, los cuales
estaban famélicos y prácticamente miserables.

   Una señora centroamericana me dijo en una calle: ¿Por
qué no se queda aquí. A usted no le dirán nada? ¡Mire como
yo que soy más oscura que Ud. me he podido quedar durante
más de 30 años!

   Otro centroamericano me ofreció conseguirme una
nacionalidad falsa de un país de esas latitudes, además de
conseguirme trabajo, lo cual deseché de inmediato por
ser algo contrario a la Ley.

   Me agradó la vida en los Estados Unidos, menos estridente
y bullanguera que aquí. Con mayor respeto y orden; con muy
buenos ingresos, según me contaban, pero había un inconveniente
insalvable.  El país era una máquina tragamonedas.

   Ganabas bien pero todo costaba mucho más, por lo tanto
tenías que empeñarte en varios trabajos, como me comentaron
algunos inmigrantes cubanos, los cuales se arrepentían de haber
dejado su isla querida.

    Si bien el trabajar todo el día no sería un impedimento, si
yo hubiera tenido un afán de inmigrante, lo que realmente me
paralizaba era el saber que todo se debía comprar masivamente
y no por unidades como aquí. Quise comprar una aguja e hilo,
porque se me cayó un botón de la camisa y no había donde ir a
comprarlo. En el hotel vendían un kit que tenía agujas, hilo, etc.
pero costaba un dólar y esos implementos valen mucho
menos aquí. Otro día necesité un poco de goma y tuve que pagar
más de un dólar, por algo que vale la mitad o menos en mi país.

    Aunque ahora, los precios se empiezan a disparar aquí, porque
según las empresas de medición económica internacionales dicen
que el Perú crece a niveles superiores a los de casi todo
latinoamérica, lo que está produciendo una inmigración masiva
a nuestro país de gente de países vecinos y no tan vecinos, porque
cada vez encuentro en las calles, más gente de Santo Domingo,
Cuba y algunos países centroamericanos.

   Si bien las estadísticas pueden decir que el Perú crece
económicamente a niveles superiores, la gente que vive aquí no
lo percibe en sus bolsillos, aunque sí en los precios cada vez más
caros.

     Así que no me convenció el quedarme, pese a todos los
ofrecimientos descabellados de algunos amigos momentáneos.

     Si yo hubiera sabido que aquí cuando te vuelves anciano, ya no
te toman en cuenta para nada, tal vez lo habría intentado, aunque
posteriormente me enteré de la desventura de un primo mío
mayor que yo.

    Él regresó de Estados Unidos después de haber vivido desde
muy joven allá. Tenía 75 años cuando se le ocurrió regresar a
su tierra; se había jubilado y le pagaban 700 dólares mensuales,
cantidad que no le alcanzaba para vivir allá, en cambio
aquí, cuando vino, esa suma le podía dar un mejor nivel.

    Había ayudado a pagar una casa a su señora, pero la hijastra
cuando lo vio miserable, le hizo la vida imposible, hasta que falleció.

   Yo le preguntaba a un tío ¿Por qué este primo, cada vez que
venía a Lima, hacía demostraciones con algunos familiares, de
tener mucho dinero? Mi tio me respondió: es que allá hay un
racismo muy fuerte y como lo ven trigueño, no le dan
importancia, en cambio aquí él se siente bien de mostrar
su poder económico.

   Sin embargo, cuando cayó en desgracia y regresó al país, los
mismos familiares a los cuales agasajaba, le dieron la espalda
según él mismo me contó.

   Por lo tanto, antes de emigrar, piénselo bien y no malgaste
sus días en el sueño americano, que muchas veces es el
engaño americano.

  San Borja, 14 de julio del 2014.

  EMILIO ULISES ROBLES HORA.        

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