lunes, 1 de diciembre de 2014

LA PENSIÓN.

    Hace algunos años fui testigo de una reacción iracunda
de un vecino, anciano él, quien arremetió contra la caseta
de madera del guachimán (vigilante) de la puerta de su casa.

    Como me llamó mucho la atención la actitud del señor,
quien era un militar retirado, me acerqué y él me daba las
quejas, dando a entender que al vigilante "se le paseaba el
alma", al no darse cuenta que dos inquilinos de su casa se
habían mudado clandestinamente sin pagar la pensión.

    El dueño de casa les alquilaba a unos jóvenes una
habitación en la cual vivían y se habían mudado
repentinamente sin pagar la renta.  El vigilante no dijo
nada y dejó que su empleador descargara su ira contra
el mueble. Lo cierto es que, como se suele decir en Lima,
al viejo: "le hicieron el avión"*.
 
    Pero no fue la primera vez que me enteré de un
"perromuerto" que hicieran, relacionado a una pensión.

    Anteriormente, cuando yo también vivía en una de ellas,
un joven piurano, amigo mío, me dijo que se iba a escapar por
la noche de su pensión y se iría sin pagarle a "la vieja cretina
que me estafa con rentas demasiado elevadas"...

   Lo cierto es que pese a haber vivido en esos lugares la
mayor parte de mi vida, nunca se me ocurrió dejar de pagar
lo convenido y menos escaparme clandestinamente de un
lugar que alquilaba.

   Sin embargo, esta clase de pillería, existía y existe y
se suele decir que es parte de "la criollada"...

    Aunque una de mis primas me contó que su mamá solía
dar pensión en el norte y que gracias a una gentileza de ella
hacia uno de sus clientes, el cual era profesor de Inglés, (su
madre no le cobró la pensión directamente, sino en un canje
por enseñarle ese idioma a su hija), ella pudo acceder a un
mejor nivel de vida.  Pudo conocer a su futuro esposo, quien
era belga, gracias a su dominio del idioma inglés y pudo
emigrar a Bélgica, donde reside actualmente junto a su hijas
y nietas...
    No siempre las dueñas de la pensión eran tan amables,
y más bien eran muy interesadas en cobrar cada día mucho
más a sus inquilinos.  De tal manera que una vez, me pusieron
la renta en dólares, cuando mis ingresos siempre fueron en
moneda nacional, o sea: Soles.

   Fue en el tiempo del primer gobierno de Alan García, en que
los soles primero y los intis al poco tiempo, no valían un céntimo...

   Yo me desligué desde un principio de la alimentación que
solían dar en las pensiones y di una razón que la entendieron sin
molestarse: "Soy norteño y no me acostumbro a la comida limeña
ni sureña"... Y sólo me alquilaban la habitación y comía en
restaurantes.  La comida en la pensión solía ser infame...
 
     Una vez otro pensionado, me dijo apenas llegaba a la casa,
cuando todavía comía en ese lugar: "Anda cómprate tu huevo"
¿Por qué? le pregunté. Él respondió: Mira lo que te darán de cena...

    Efectivamente, al poco tiempo iba a la tienda de la esquina
a comprar un huevo para comer algo pasable.

   Felizmente para mí, no tenía que hacer vida en común con
ningún otro inquilino de las pensiones, porque solía alquilar
el cuarto de servicio, ubicado en las azoteas de las casas, para
estar más libre y poder leer o escuchar radio.  No tenía televisor
ni me importaba verlo.

    Ahora que apago el bendito aparato, casi todos los días, para
dedicarme a la lectura, agradezco que en una etapa de mi vida
no lo tuviera  tan cerca y me evitara la contaminación con la
cual este invento envenena las vidas de las personas...

   Si bien, la televisión te trae entretenimiento y solaz, te convierte
en un adicto y la élite gobernante, envenena todos tus días con
noticias deprimentes de accidentes, robos, asaltos y destrucción,
lo mejor es apagar el aparato antes de seguir amargando tu vida.

   En las pensiones, te cobraban y te cobran lo que quieren,
dependiendo del lugar de ubicación en la ciudad donde vives.

   Además tienes que tratar de llevarte bien con la dueña y su
familia... Felizmente no tuve ningún inconveniente, porque siempre
me encontré con gente buena.

   Aunque recuerdo una vez en que tenía que ingerir  unos alimentos
deficientes en calorías y cuando reclamaba por mejores platos, la
dueña me decían que eran extras, es decir, que debía pagarle
más dinero del convenido para comer decentemente.

    También se tenía muchas veces que compartir el baño, como se
ve en una serie de televisión muy popular actualmente y debías
esperar tu turno o que te toquen reiteradamente la puerta para
que lo desocupes.

     Muchos de los inquilinos eran estudiantes como tú y solías
hacer un poco de vida social, cuando te encontrabas con ellos.

    Realmente nunca tuve problemas con mis compañeros de
pensión, siempre me hice muy amigo de ellos, o ellas.

   Recientemente cuando fui a votar me encontré con una amiga
de aquellos tiempos, que tuvo la suerte de ganar un departamento
de aquellos que sorteaban en los tiempos de Belaúnde, gracias a
esa circunstancia ella sobrevive, alquilándolo y viviendo en
Chaclacayo.

   Algunas veces me enteraba de lo que ocurría en el mundo por
medio de las dueñas de la pensión. Una vez, me despertó doña
Eloísa, temprano para decirme: "Dieron un golpe de Estado a
Belaúnde" fue el 3 de octubre de 1968, el año en que como dijo
Mario Vargas Llosa, el Perú se empezó a joder...

   Luego, me he puesto a pensar, que mi vida monótona de
aquella época de las pensiones, nunca se me hizo aburrida.

   Tenia mis periódicos para leer, mi radio a transistores para
escuchar música y algunas noticias. Mis revistas y cuando salía,
iba al cine o a las reuniones que se organizaban en el Municipio
donde trabajaba.

   Mi tío que era el Alcalde de Magdalena del Mar, solía hacer
regularmente en los festejos oficiales, cocteles, a los cuales los
empleados siempre estábamos invitados; también nos organizaba
almuerzos en una fecha determinada.  Por lo tanto, no solía
aburrirme, ni ahora tampoco.

    En cambio, los jóvenes en la actualidad teniendo tantos artefactos
para su distracción suelen decir:

    Tengo televisión, playstation, Ipad, laptop, etc. pero estoy
aburrido...

     Además, teníamos también un Club, la Unión de Exalumnos
Salesianos, en donde practicábamos ping-pong y jugábamos
billar y billas (pool). Ahora lamentablemente esa institución es un
chupódromo (lugar donde se expenden bebidas alcohólicas)
y no es como antes, cuando era más bien  un lugar de sano
esparcimiento y de práctica de deportes.

  Ahora a la gente joven no le queda ningún sitio adonde ir
y muchas veces no tienen los medios económicos suficientes
como para comprarse todos los artefactos que necesitan y así
se suele ver en cabinas, a jóvenes que van a "matar al terrorista
o a veces ellos mismos son los terroristas", en los juegos del
ingenio moderno, pero la mayoría de ellos suelen estar aburridos...

  Nosotros no teníamos nada, vivíamos en una pensión, con
todo en contra, pero jamás estuvimos ni estaremos aburridos.

 San Borja, 1° de diciembre del 2014.

  EMILIO ULISES ROBLES HORA.

* Hacer el avión significa hacer aparecer a alguien como tonto.
   Ser estafado, burlado o dejado en ridículo.
   Viene de una llave que hacía un catchascanista apodado
   "El Yanqui" quien solía "hacer el avión"  su llave predilecta
   y característica, que consistía en tomar por las piernas al
   rival y darle vueltas y más vueltas hasta que se mareaba y
   perdía.  A alguien muy observador se le ocurrió que se
   necesitaba ser muy tonto para que a uno "le hagan el avión"
   y así surgió la expresión idiomática.

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