miércoles, 2 de noviembre de 2016

COMUNICACIÓN ENTRE ANCIANOS Y JÓVENES.

Muchos ancianos parientes de algunas personas que
me leen, son condenados al silencio por sus seres queridos.
No les hablan, no les preguntan nada o porque creen que
solo recuerdan "vejeces"," repiten mucho los mismos temas",
"hablan demasiado", "se creen muy inteligentes", "siempre
están dando instrucciones como si sólo ellos tuvieran la razón",
"son estúpidos", " no saben relatar nada", "yo soy más joven
y tengo la razón pero ellos nunca me la van a dar" y un sinfín
de argumentos para dejar de lado al anciano y entonces vemos
cómo ellos se refugian o en el silencio o en hablar con las
personas más simples que los rodean, como los guachimanes
de la cuadra o cualquier hombre humilde que los escuche, tales
como el jardinero; un conserje o tal vez un guardián.
Felizmente que ese no es mi problema porque yo tengo mis
escritos, mi mundo de fantasía que me acompaña en todo
momento y también mi gran alegría, mi buen sentido del humor,
que muchas veces no puedo compartir con nadie.
No es raro que se me vea por la calle riendo solo...Y es que o
me vienen a la mente, recuerdos de chistes pasados, historias
graciosas o en algunas oportunidades bromas que me hago a
mí mismo o a supuestas personas que no las tengo a mi lado.
Los dos guardianes que han trabajado en la calle en que vivo,
se han reído mucho con las historias que les he contado y hasta
solían inducirme a repetirlas y eso me hacía feliz, porque les
contagiaba mi sentido del humor y ellos llegaban a olvidarse
de sus problemas.
Nunca tuve absoluta necesidad de hablar con nadie, esa fue
una enseñanza de mi padre, quien al igual que yo se refugiaba
en su silencio, aunque algo melancólico, y en sus poemas, sus
cuentos (era un excelente narrador de los mismos, muchos de
los cuales los inventaba) y yo aprendí a no tener necesidad de
una absoluta comunicación con los demás.
Mis compañeros de estudios, con los cuales ahora último me
suelo reunir, fueron partícipes de mi humor siempre alegre en
el Colegio, aunque ahora ya no es lo mismo porque parezco un
viejo gruñón, pero realmente no lo soy.
Son mecanismos de defensa de los "viejos", quienes para no
ser avasallados, muestran un mal humor que realmente no tienen.
Tal vez, estas palabras ayuden a algunos jóvenes que me leen
a reflexionar y preguntarse si no están dejando de lado a sus
parientes adultos mayores y no aprovechando su experiencia de
vida o tal vez, recibir algún consejo oportuno de alguien que ha
vivido un tiempo más que ellos y que quizá ya no los tengan
cuando quieran hablarles, sentir su voz, su presencia, su
aliento: el sagrado amor de la familia.
San Borja, 25 de octubre del 2016.
EMILIO ULISES ROBLES HORA.

No hay comentarios:

Publicar un comentario