sábado, 20 de octubre de 2012

LIMA, CIUDAD VIRREYNAL EN DESAPARICIÓN.


 PROCESIÓN DEL SEÑOR DE LOS MILAGROS

    Cuánto ha cambiado esta vieja ciudad del Rímac desde que la
 conocí por primera vez en 1954.

     En aquella oportunidad, tenía menos habitantes,
había menos ómnibus, menos carros, menos bulla.
  Los tranvías que hacían un estruendo en sus desplazamientos
por la vieja Lima, unían casi todos los distritos. Podía irse
uno desde el centro de Lima, hasta Chorrillos, o San Miguel
y pasearse cómodamente sentados (cuando no era hora punta)
viendo los sembríos de algodón por donde pasara esta
movilidad o en los buses. Lima producía y no era haragana
ni estaba invadida por provincianos, como ahora.

    Nosotros que vinimos del norte, no veníamos
supuestamente a quedarnos, ni a invadir terrenos.

 Nos habíamos trasladado con motivo de la falta de médicos
especializados para tratar las enfermedades de  nuestros padres,
que finalmente fallecieron en esta Capital.

   Vivíamos en Breña, un distrito pobre de Lima, pero
sin los problemas delincuenciales que tuvo después.

   Mi tía abuela rentaba una casa en el Jirón Jorge
Chávez, que era propiedad de un judío.

   A propósito, mi tía Elena solía decir el siguiente refrán:

   "Un judío llegará, y de tu casa te botará"

    Al poco tiempo llegaron a vivir la tía Julia con
sus hijos y la tía Elena, que era soltera.

    En Lima, se jugaba a los carnavales, que duraban
 3 días.  Había fiestas con serpentinas, chisguetes
de éter, pica-pica y el Rey Momo. 

    A lo largo del trayecto al Callao, a un lado de
la Av. Venezuela, había campos de cultivo
sembrados de algodón donde ahora hay viviendas..

    Lo mismo en todo el camino a Chosica.
Y por donde pasaba el tranvía en el Paseo de la
República. Hoy son todos distritos progresistas.
En algunos casos por invasiones y en otros por
urbanizaciones planificadas.

   Lo cierto es que Lima se volvió dependiente
del resto del país en el aspecto alimenticio.

   Era entretenido ver como pasaban los tranvías,
 con los  gorreros cogidos del último pasamanos.

   Y también los viejos ómnibus de la Línea Cocharcas-José Leal
 o Cocharcas-Jesús María que pasaban repletos de pasajeros
y de costado,  casi cayéndose.  De ahí que se pasara a llamar
a los viejos o decrépitos con el sobrenombre de "Cocharcas".

   La famosa línea 21 que iba a Pueblo Libre, tenía buses más
modernos para aquella época con puertas que se abrían desde
el tablero de conducción. Esta línea fue una de las que más duró.

   Recuerdo que un tiempo estuvieron de huelga,
cuando era propiedad de la empresa Pacheco Benavides.

 Y al retornar al servicio, no volvieron a parar hasta su
disolución, posterior a todas las demás líneas.

   Había el Servicio Municipal de Transportes con Ómnibus rojos
y azules. Yo tomaba uno azul cuando tenía que ir a Barranco,
donde vívía un tío paterno.

   En ese distrito había una pequeña laguna y además estaba
el zoológico, que era pequeño pero muy visitado.

Ese lugar ha sido abandonado y desapareció la famosa
laguna, así como el zoológico el cual fue trasladado hacia
San Miguel en la época de Belaúnde en que se fundó
el "Parque de las Leyendas" un zoo moderno y funcional.

    Lima era virreynal. Los balcones muy bien
conservados, así como las celosías, zaguanes y
portones del centro de Lima nos daban una idea
de los cerca de 300 años que Lima estuvo gobernada
por virreyes.  Hoy, ese mismo sitio está invadido
por decenas de imprentas que en poco tiempo acabarán
con el encanto limeño.

  La Alcaldesa dijo que dio de plazo un año para que las
imprentas dejen el centro de Lima y lo que ha ocurrido
es que se han abierto muchos negocios de esa índole
desde que entró a gobernar la ciudad, doña Susana.

  Al lado del Palacio Municipal en la cuadra 2 del
Jirón Callao, se acaban de inaugurar dos o tres
imprentas o negocios relacionados con las mismas,
en un local donde se lucen apuntalados dos
de los mejores balcones del centro de la ciudad.

   Y al frente de estos negocios, han desaparecido las puertas
 o portones de estilo colonial, para dar paso a unas
planchas de fierro, que dan la idea de puertas y en otros
casos se han derribado las viejas construcciones de quincha
para construir modernos edificios sin ningún patrón
de continuidad con la vieja Lima.

   Sí, esa vieja Lima, aquella que en octubre como hoy se viste
de gala para recibir a miles de turistas locales y extranjeros
que vienen atraídos por la Feria del Señor de los Milagros, la
feria taurina, los turrones de doña Pepa, el color morado y la
tradición de este mes, si no la cuidan sus autoridades ediles
pronto desaparecerá.

  Lima es octubre y en octubre, sí hay milagros...

  La Molina, 20 de octubre del 2012.

EMILIO ULISES ROBLES HORA.

  

   

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