sábado, 22 de septiembre de 2012

MÚSICA BELLA E INOLVIDABLE.


  Con la mejora salarial de los nuevos beneficiados por el boom de la construcción y la minería, quienes tienen ahora ingresos superiores,  ha aumentado la clase media y  en su afán por adquirir bienes, servicios y distracciones de las cuales no gozaban antes, tratan de progresar en todo orden de cosas.  Uno de los rubros que ahora exploran es el de la cultura y específicamente el de la música y el teatro.

  Es usual ver el aumento de  espectadores a teatros, recitales, conciertos y otros espectáculos, antes reservados para la clase privilegiada de siempre.

  Durante el Gobierno Revolucionario del General Juan Velasco Alvarado  se quiso poner al alcance de las grandes mayorías el Teatro Municipal con los Conciertos Dominicales, cobrando precios super-económicos.  Aunque no lo crean, para oír un Concierto de la Sinfónica se pagaba la irrisoria suma
de un sol (algo así, como centavos de un dólar al cambio de aquella época) y a pesar de esa ganga, la gente no iba habitualmente a escuchar la Música Clásica, no como ahora que los precios se han disparado hasta casi llegar a más de 5 dólares y sin embargo, ahora sí la gente acude y llena el Teatro.

  Cuando vivían mis padres, era una época pobre en general para el Perú y pocos tenían acceso a poseer un radio, por lo tanto, no se escuchaba música en casa.  Mi madre suplía esa ausencia, cantando algunos pasajes de las zarzuelas a las que había concurrido de joven.

  Es recién cuando nos trasladamos a Lima, que en el Colegio Salesiano, el sacerdote alemán don Hermann
Kimmeskamp, autor de los 5 libros de secundaria en los que todo el Perú estudiaba el curso de música, nos obligaba a escuchar sinfonías toda la hora de clase y ¡Ay de aquél que hiciera ruido o no prestara atención! se podía ganar un cachetadón que te haría escuchar unas campanillas de no se sabe dónde.

  Sin embargo, ahí no empezó mi afición por las bellas melodías. Ello sucedió cuando fui a vivir a la casa de mi tío César, hermano de mi padre.  Mi primo Mario, era un gran aficionado a la música clásica y tenía como 100 discos, los que ponía una y otra vez.

   Cuando mi tío regresaba del trabajo en la noche, me decía: ¡Pónme a Grieg! y escuchábamos su "Concierto para Piano en La Menor" y luego cuando yo estaba solo, de este mismo compositor noruego, escuchaba su suite: "Peer Gynt" y también de Franz Liszt, su "Liebestraum" o "Sueño de Amor"; de Ludwig van Beethoven: "Moonlight Sonata" o "Claro de Luna"; de Franz Schubert: "Serenade" o "Serenata"; de Peter Illich Tchaicowsky: "Swan Lake" o "Lago de los Cisnes" y tantas otras bellas composiciones.

  Al poco tiempo me compré un radio a transistores y podía escuchar a través de las ondas de "Radio Cien" otro tanto de bellísimas melodías, como: "Eine Kleine Nachtmusik" o "Pequeña Serenata Nocturna" de Wolfgang Amadeus Mozart; de Joaquín Rodrigo: "El Concierto de Aranjuez" y "Fantasía para un gentilhombre" interpretado por Narciso Yepes.  También: la "Sinfonía Nº 3 en fa mayor, Opus 90" de Johannes Brahms, así como su Danza Húngara Nº 5 y su Canción de Cuna.

  No podemos olvidarnos de "Scheherazade" de Nicolái Rimsky Kórsakov,  extraordinario compositor ruso, que junto a Balákirev, Músorgski, Cuí y Borodín, integraba los 5 magistrales maestros rusos de la música clásica.

  Y hablando de los rusos, nunca podré dejar de admirar su: "Gypsy Russian Music" o "Música Gitana  Rusa", en donde están las dos célebres composiciones: "Ochi Chornia" u "Ojos Negros" y la incomparable: "Two Guitars" o "Dos Guitarras" que es mi predilecta.
Sinceramente:  los rusos con "Dos Guitarras", se pasaron. Es decir, crearon la más bella melodía de todos los tiempos.

   Ni qué decir de los valses de Johann Strauss, las polonesas y nocturnos de Frédéric Chopin, en fin, tuve la suerte de haber accedido al conocimiento de la música clásica, gracias a haber estado en casa de mi tío César y a mi primo Mario a quienes siempre agradeceré por esta ayuda musical...

  En el Perú, felizmente las cosas están cambiando y la gente trata de culturizarse, de tener una mayor apreciación musical y concurre y llena los teatros cuando hay conciertos. Ahora que tenemos nuevos y más grandes teatros, sería bueno que las autoridades, traten de organizar conciertos masivos, como aquellos que atrae  la Sinfónica, cada vez que toca la 9a. Sinfonía de Beethoven.

  Si Ud. no es aficionado a la música clásica, le recomiendo que trate de escuchar algunas de las composiciones mencionadas en este artículo, tal vez pronto Ud. se vuelva un melómano.

La Molina, 22 de setiembre del 2012.

EMILIO ULISES ROBLES HORA.           

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