Calle de Santiago de Chile (probablemente Estado) en Mayo de 1,967. Se nota al fondo el trolebús
Esquina de la Alameda Bernardo O'Higgins(Santiago de Chile), en donde un carabinero está subido encima de una pequeña tarima de madera. Mayo de 1967
El autor del artículo en Santiago de Chile, Mayo de 1,967
Emilio Ulises Robles Hora.
N.R.- A continuación agregamos los comentarios que me fueron remitidos la anterior vez que tuve este artículo, antes de retirarlo de la circulación. Al borrar el artículo, se perdieron los comentarios, pero como tenía una copia de ambos, los restituyo ahora con la nueva publicación.
*Los chilenos denominan a lo que llamamos chompa con el término de suéter.
Esquina de la Alameda Bernardo O'Higgins(Santiago de Chile), en donde un carabinero está subido encima de una pequeña tarima de madera. Mayo de 1967
El autor del artículo en Santiago de Chile, Mayo de 1,967
En Mayo de 1967 visité Chile por primera vez. Entré por tierra desde Arica hasta Santiago de Chile. Viajé en un ómnibus de TEPSA, que me ofrecía hotel en Arica y en Antofagasta por una noche cada vez, en las paradas del bus.
Estuve en Santiago, durante un mes y pude apreciar la cordialidad con que atienden los chilenos a sus visitantes...
Mientras un amigo me tomaba algunas fotografías en la Plaza de Armas, un transeúnte que pasaba, nos pidió la cámara y nos tomó una foto a ambos. Aquí en Lima, si le entregas tu cámara a un desconocido, puede suceder que se vaya corriendo y te deje sin nada, como cuando estuve en Paracas y había tomado unas fotos en la grabación de "Lluvia de Arena" telenovela en la que participé. Mi cámara fotográfica la puse en el bolsillo de mi casaca y al tomar un bus hacia Pisco, se me cayó la cámara en el asiento contiguo, al bajar la busqué, pero ya se la había llevado otro pasajero. Ni me preguntó si era mía, sólo:..."se la encontró"...con rollo y todo...
Otro día en Santiago, estuve viendo una chompa en la vitrina de una tienda y el dueño estaba cerrando, un señor como de cincuenta años. Se aprestaba a poner su cartel de cerrado, cuando me vio interesado en la prenda y se suscitó el siguiente diálogo:
-Le gusta la chompa*
-Pase Ud. para que la vea y se la pruebe.
-Pero señor usted está cerrando...
-No importa, vuelvo a abrir.
-Además, no la voy a llevar.
-Eso no importa, ¡Pruébesela usted!
Y me hizo probar la chompa, aunque no la llevé.
Aquí si uno pregunta por alguna ropa o trata de tocarla, el dependiente le contestará con una repregunta, en forma completamente malhumorada:
-¿La va a llevar o no?
Recordar mi estadía en Santiago y la serie de gentilezas y amabilidades que tuvieron conmigo es algo digno de evocarse con alegría y satisfacción. La tradicional cortesía chilena, hace que uno se sienta bien todo el tiempo de su permanencia...
Al tratar con la gente me di cuenta que no sólo eran cordiales, sino muy amenos y hasta diría divertidos, por no decir jocosos.
A pesar de estar en dificultades económicas, los chilenos de aquel año 1967, se mostraban alegres y entusiastas (eran los tiempos de "El Pingüino" y "Can Can", dos chistes o "comics", originales chilenos) en donde sus personajes: "Dolchevita" (Ay que rico), "Insolencio" y otros hacían las delicias de los limeños.
En el local de los exalumnos del Colegio (el Colegio Salesiano, también existe en Santiago) me invitaron a tomar. En ese tiempo, ellos no conocían el pisco.
Tomaron vino "Undurraga", mientras en Lima se bebía más cerveza que vino.
Presencié un mitin contra Eduardo Frei Montalva, Presidente de la República en ese tiempo. Gritaban: "Abajo el narigón"...
No sé por qué elegí Santiago como mi primer destino viajero, pero no me arrepiento, fue una experiencia muy agradable y también por las mujeres muy bellas que hay en Chile.
Como dice su canción: "Si vas para Chile, te ruego que pases por donde vive mi amada...Es una casita, muy linda y chiquita...Que está en la falda de un cerro enclavada...
(...)Campesinos y gentes del pueblo te saldrán al encuentro viajero...Y verás como quieren en Chile, al amigo cuando es forastero...
Como que estuve un mes y no extrañé para nada Lima.
Lo único que no me gustaba era su comida. Un día me sirvieron una cebolla encurtida como entrada. Otro día comí unas almejas que estaban casi crudas...
Aunque ahora hay buenos restaurantes peruanos, según me cuentan. En Arica se come como si uno estuviera en casa, porque preparan todos los platos peruanos, debido a la cercanía con nuestro país y además de haber sido antes una localidad peruana.
Una señora de un puesto de periódicos, me comentó en Santiago, que nuestro Presidente Belaúnde, "tenía su correa". Y yo le respondí, claro, él tiene mucho aguante, mucha resistencia a las bromas. Ella dijo: -No, tiene su Violeta Correa. Increíble que una vendedora de periódicos estuviera enterada mejor que uno, de los chismes de Palacio.
Había no sólo puestos de periódicos en cada esquina, sino puestos de fruta, donde se vendía aquellas manzanas chilenas tan deliciosas que nosotros los peruanos siempre hemos disfrutado, además de uvas, peras, etc. (todavía no conocían la chirimoya, ni la lúcuma).
El pan era delicioso, una especie de marraquetas o panes parecidos a los "Ciabata" actuales, pero más consistentes y deliciosos.
Había una colonia "inglesa" que los chilenos elaboraban y era muy barata. Un buen perfume.
La calle de la "Falabella" era el equivalente al Jirón de la Unión y le decían la calle de la "Falabella" porque había varias tiendas con esa denominación.
Existían los trolebuses y no tenían el Metro o Subterráneo.
Ya habían los microbuses y los llamaban: "Micros". Y la moneda era el Escudo, equivalente a mil pesos anteriores. Usaban el taxímetro.
Fui a una tienda a comprar zapatos porque aquí era difícil encontrar mi talla: 43. Allá cuando pregunté si tenían esa talla, me dijeron: -También tenemos 44 y 45.
Ahora es fácil conseguir zapatos o zapatillas de mayor tamaño en Lima.
Sin embargo, Santiago era pobre, a comparación de la Lima de aquella época. La mayoría de peruanos íbamos en plan de turismo o paseo, en cambio, los chilenos venían por trabajo y a quedarse.
Los automóviles eran viejos o europeos, carros chicos. Tengo muchas fotos que tomé en esa época, que corroboran lo que escribo y publicaré próximamente en este blog.
En cambio, aquí en Lima había mucho lujo. Los automóviles limeños eran del año, además de ser americanos, amplios y cómodos.
El sueldo mínimo vital del Perú, era superior al de Chile, hoy es uno de los más atrasados del continente, ni aún subiéndolo al doble, llegará a alcanzar al promedio de los demás. El anterior gobierno, ni su predecesor hicieron nada por mejorarlo. Recientemente el gobierno entrante del Comandante Humala ha hecho un intento mínimo por no quedar tan rezagado...
Los automóviles de Santiago a mí , me parecieron como las antigua "carcochas" que circulaban por Lima en la década del 50.
Ahora hay más lujo en Santiago que en Lima.
Aunque también ha aumentado la probreza de los más pobres...
La mayoría de sus monumentos, tenían placas recordatorias en donde se especificaba que habían sido hechos, mediante colectas públicas.
Todos me preguntaban si ya conocía el Cerro de Santa Lucía o el Cerro de San Cristóbal.
Subí a ambos. El primero está en pleno centro de Santiago, en la Alameda Bernardo O'Higgins. Es un cerro pintoresco, que tiene un paseo con pistas, aceras y monumentos. Destacaba el de Caupolicán, un héroe araucano. Una placa me llamó la atención (ya no está). La ciudad de Santiago en agradecimiento al ilustre vecino peruano, quien residiera mucho tiempo en esta capital e hiciera una donación para hermosear este paseo, al ilustre señor Mariano Ignacio Prado...
El cerro de San Cristóbal es más alto y tenía un antiguo funicular en el cual subí a conocer el paseo que también existía ahí. Me decían que el zoológico estaba ubicado en ese cerro. No pude comprobarlo.
Los cines eran amplios y daban funciones continuas o continuadas. Es decir, empezaban a una hora y no paraban de dar películas. Por el mismo precio uno podía ver la misma película el tiempo que deseare. Aquí ese sistema no pegó y nos quedamos en las tres funciones tradicionales. Ahora son muchas más, en los multicines.
Existían muchos periódicos, de todas las tendencias políticas. Recuerdo que vendían "El Mercurio", "Clarín", "La Tercera", "El Siglo", etc.
Cuando vivíamos en Trujillo, yo y mis hermanas, leíamos y coleccionábamos: "El Peneca" una revista infantil-juvenil chilena insuperable.
Tenía resúmenes de obras clásicas que iban de un número a otro con el célebre: Continuará. Así publicaban: "Oliver Twist" de Charles Dickens" y también "David Cooperfield". tenían asimismo, historietas o "comics" como: "Roy Rogesrs" o "Mr. Bils" (una bebiba que publicaba un "comic" de propaganda). Entretenimientos diversos, como: encuentre en esta Selva los personajes escondidos, etc.
Semanalmente nuestra madre nos compraba "El Peneca" y yo tenía como 100 ejemplares que coleccionaba. Ahora no me queda ninguno porque cuando nos trasladamos a Lima, desaparecieron.
Los chilenos vivían en aquella época con restricciones económicas, aunque alegres y siempre amables con los visitantes.
No habían aparecido entonces los intereses comerciales que hicieran registrar como propiedades intelectuales, ninguna creación que no fuera la de ellos mismos.
¿O acaso a algún peruano, se le ocurriría registrar como propios, los poemas de Pablo Neruda?
Eran un pueblo (espero que lo sigan siendo por siempre) culto, con una Premio Nobel: Gabriela Mistral, a la que posteriormente se unió: Pablo Neruda.
No es común en latinoamérica tener en un solo país, dos galardonados con el Premio Nobel de Literatura, como los tiene Chile.
Ellos no necesitaban copiar a nadie.
Eran originales.
Supongo que aún conservan esa originalidad y pueden producir para la humanidad, nuevos descubrimientos que enaltezcan la creatividad y el empuje de ese pueblo hermano.
Alguien que me lea, puede estar pensando que a mí también se me pasea el alma y que no me doy cuenta que ellos se están armando hasta los dientes para atacarnos y cercenar nuevamente nuestro territorio...
Espero que esa no sea su finalidad y que en el equilibrio estratégico, nuestros gobernantes tengan el tino suficiente como para evitar esa eventualidad.
También pueden pensar... Se está acomodando porque piensa visitarlos nuevamente.
Ya lo hice por segunda vez en 1,977 en la época de Pinochet.
La cosa había variado mucho...
No existía casi puestos de periódicos como yo los conocí, ni puestos de fruta. La gente estaba como preocupada. Ya no tenían el mismo sentido del humor. Más bien parecían molestos o desconfiados.
Una vez pasé por la Av. O'Higgins y había un tumulto. Me acerqué y escuché a una señora hablar maldiciendo a otra, que estaba entrando a un local con mucho resguardo policial. Dijo entre dientes:
-¡Cómo no tengo una bomba para tirársela!
Le pregunté de quién se trataba y me dijo:
- Es la Lucía.
-¿Quien es la Lucía?
-La esposa de Pinochet.
-¿Y este local qué es?
-Es la Universidad.
La gente estaba como fastidiada. Habían pasado por una experiencia muy desagradable por lo que se leía en sus rostros. Ya no eran tan comunicativos como en 1.967. Se había perdido el humor.
En la noche había toque de queda y tenía que retirarme pronto al hotel para evitar contratiempos.
Un señor de aspecto decente, pero con andrajos de mendigo pedía una limosna al dependiente del hotel, que trataba de echarlo. Yo venía de comprar mi pan. Le di para que tuviera siquiera el pan de ese día. El mendigo me dijo:
-Que Dios bendiga todos los días de su vida.
Nunca me dijeron nada más bello...
Yo estaba de paso en mi viaje a Europa. Estuve una semana en Santiago. Ya no era lo mismo. Solo había dos diarios. Me parece que "El Mercurio" y creo, "El Cronista".
Habían terminado de hacer el Subterráneo o Metro y sólo llegaba hasta la estación de La Moneda. Ingresé al famoso Subte. Era moderno, lujoso y nuevo. Los monumentos habían sido cambiados de lugar. Algunos no los volví a encontrar en su sitio. esta vez sí me compré la chompa que en mi anterior visita no pude adquirir. Quise comprar la colección completa del libro "Adiós al séptimo de Línea" que alguna vez leí en Lima porque era una versión novelada de la Guerra del Pacífico, muy interesante. Era difícil de adquirir.
El individuo común de Santiago no andaba en aquella época con afan de desear ninguna guerra con ningún país. Ellos eran un pueblo culto, trabajador e inteligente. Si bien dos siglos antes, dos pueblos que nacieron a la independencia unidos, tuvieron una sangrienta guerra, que enemistó por décadas y generaciones a quienes debieron haberse complementado y no destruido, quedando como una herida difícil de cerrar, sobre todo en nosotros, los peruanos, quienes hasta ahora recordamos la destrucción que hicieron en nuestro territorio quienes lo invadieron y terminaron por cercenarlo, no deberíamos vivir la eterna amargura del rencor y no poder llegarnos a entender (sin descuidar los aspectos elementales de la defensa) con un pueblo que desde hace mucho tiempo lo tenemos ya en nuestro territorio con sus grandes almacenes, tiendas por departamentos, bancos y otras entidades en una unión comercial que ojalá después de haber llegado a un acuerdo definitivo en los problemas limítrofes del mar, puedan avanzar juntos en el futuro como lo hacen en Europa, naciones que durante siglos han tenido guerras y que hoy forman la Unión Europea para el progreso y prestigio de sus naciones.
Miraflores, 17 de Julio del 2,008.
Corregido y vuelto a publicar el
9 de setiembre del 2,011.
Estuve en Santiago, durante un mes y pude apreciar la cordialidad con que atienden los chilenos a sus visitantes...
Mientras un amigo me tomaba algunas fotografías en la Plaza de Armas, un transeúnte que pasaba, nos pidió la cámara y nos tomó una foto a ambos. Aquí en Lima, si le entregas tu cámara a un desconocido, puede suceder que se vaya corriendo y te deje sin nada, como cuando estuve en Paracas y había tomado unas fotos en la grabación de "Lluvia de Arena" telenovela en la que participé. Mi cámara fotográfica la puse en el bolsillo de mi casaca y al tomar un bus hacia Pisco, se me cayó la cámara en el asiento contiguo, al bajar la busqué, pero ya se la había llevado otro pasajero. Ni me preguntó si era mía, sólo:..."se la encontró"...con rollo y todo...
Otro día en Santiago, estuve viendo una chompa en la vitrina de una tienda y el dueño estaba cerrando, un señor como de cincuenta años. Se aprestaba a poner su cartel de cerrado, cuando me vio interesado en la prenda y se suscitó el siguiente diálogo:
-Le gusta la chompa*
-Pase Ud. para que la vea y se la pruebe.
-Pero señor usted está cerrando...
-No importa, vuelvo a abrir.
-Además, no la voy a llevar.
-Eso no importa, ¡Pruébesela usted!
Y me hizo probar la chompa, aunque no la llevé.
Aquí si uno pregunta por alguna ropa o trata de tocarla, el dependiente le contestará con una repregunta, en forma completamente malhumorada:
-¿La va a llevar o no?
Recordar mi estadía en Santiago y la serie de gentilezas y amabilidades que tuvieron conmigo es algo digno de evocarse con alegría y satisfacción. La tradicional cortesía chilena, hace que uno se sienta bien todo el tiempo de su permanencia...
Al tratar con la gente me di cuenta que no sólo eran cordiales, sino muy amenos y hasta diría divertidos, por no decir jocosos.
A pesar de estar en dificultades económicas, los chilenos de aquel año 1967, se mostraban alegres y entusiastas (eran los tiempos de "El Pingüino" y "Can Can", dos chistes o "comics", originales chilenos) en donde sus personajes: "Dolchevita" (Ay que rico), "Insolencio" y otros hacían las delicias de los limeños.
En el local de los exalumnos del Colegio (el Colegio Salesiano, también existe en Santiago) me invitaron a tomar. En ese tiempo, ellos no conocían el pisco.
Tomaron vino "Undurraga", mientras en Lima se bebía más cerveza que vino.
Presencié un mitin contra Eduardo Frei Montalva, Presidente de la República en ese tiempo. Gritaban: "Abajo el narigón"...
No sé por qué elegí Santiago como mi primer destino viajero, pero no me arrepiento, fue una experiencia muy agradable y también por las mujeres muy bellas que hay en Chile.
Como dice su canción: "Si vas para Chile, te ruego que pases por donde vive mi amada...Es una casita, muy linda y chiquita...Que está en la falda de un cerro enclavada...
(...)Campesinos y gentes del pueblo te saldrán al encuentro viajero...Y verás como quieren en Chile, al amigo cuando es forastero...
Como que estuve un mes y no extrañé para nada Lima.
Lo único que no me gustaba era su comida. Un día me sirvieron una cebolla encurtida como entrada. Otro día comí unas almejas que estaban casi crudas...
Aunque ahora hay buenos restaurantes peruanos, según me cuentan. En Arica se come como si uno estuviera en casa, porque preparan todos los platos peruanos, debido a la cercanía con nuestro país y además de haber sido antes una localidad peruana.
Una señora de un puesto de periódicos, me comentó en Santiago, que nuestro Presidente Belaúnde, "tenía su correa". Y yo le respondí, claro, él tiene mucho aguante, mucha resistencia a las bromas. Ella dijo: -No, tiene su Violeta Correa. Increíble que una vendedora de periódicos estuviera enterada mejor que uno, de los chismes de Palacio.
Había no sólo puestos de periódicos en cada esquina, sino puestos de fruta, donde se vendía aquellas manzanas chilenas tan deliciosas que nosotros los peruanos siempre hemos disfrutado, además de uvas, peras, etc. (todavía no conocían la chirimoya, ni la lúcuma).
El pan era delicioso, una especie de marraquetas o panes parecidos a los "Ciabata" actuales, pero más consistentes y deliciosos.
Había una colonia "inglesa" que los chilenos elaboraban y era muy barata. Un buen perfume.
La calle de la "Falabella" era el equivalente al Jirón de la Unión y le decían la calle de la "Falabella" porque había varias tiendas con esa denominación.
Existían los trolebuses y no tenían el Metro o Subterráneo.
Ya habían los microbuses y los llamaban: "Micros". Y la moneda era el Escudo, equivalente a mil pesos anteriores. Usaban el taxímetro.
Fui a una tienda a comprar zapatos porque aquí era difícil encontrar mi talla: 43. Allá cuando pregunté si tenían esa talla, me dijeron: -También tenemos 44 y 45.
Ahora es fácil conseguir zapatos o zapatillas de mayor tamaño en Lima.
Sin embargo, Santiago era pobre, a comparación de la Lima de aquella época. La mayoría de peruanos íbamos en plan de turismo o paseo, en cambio, los chilenos venían por trabajo y a quedarse.
Los automóviles eran viejos o europeos, carros chicos. Tengo muchas fotos que tomé en esa época, que corroboran lo que escribo y publicaré próximamente en este blog.
En cambio, aquí en Lima había mucho lujo. Los automóviles limeños eran del año, además de ser americanos, amplios y cómodos.
El sueldo mínimo vital del Perú, era superior al de Chile, hoy es uno de los más atrasados del continente, ni aún subiéndolo al doble, llegará a alcanzar al promedio de los demás. El anterior gobierno, ni su predecesor hicieron nada por mejorarlo. Recientemente el gobierno entrante del Comandante Humala ha hecho un intento mínimo por no quedar tan rezagado...
Los automóviles de Santiago a mí , me parecieron como las antigua "carcochas" que circulaban por Lima en la década del 50.
Ahora hay más lujo en Santiago que en Lima.
Aunque también ha aumentado la probreza de los más pobres...
La mayoría de sus monumentos, tenían placas recordatorias en donde se especificaba que habían sido hechos, mediante colectas públicas.
Todos me preguntaban si ya conocía el Cerro de Santa Lucía o el Cerro de San Cristóbal.
Subí a ambos. El primero está en pleno centro de Santiago, en la Alameda Bernardo O'Higgins. Es un cerro pintoresco, que tiene un paseo con pistas, aceras y monumentos. Destacaba el de Caupolicán, un héroe araucano. Una placa me llamó la atención (ya no está). La ciudad de Santiago en agradecimiento al ilustre vecino peruano, quien residiera mucho tiempo en esta capital e hiciera una donación para hermosear este paseo, al ilustre señor Mariano Ignacio Prado...
El cerro de San Cristóbal es más alto y tenía un antiguo funicular en el cual subí a conocer el paseo que también existía ahí. Me decían que el zoológico estaba ubicado en ese cerro. No pude comprobarlo.
Los cines eran amplios y daban funciones continuas o continuadas. Es decir, empezaban a una hora y no paraban de dar películas. Por el mismo precio uno podía ver la misma película el tiempo que deseare. Aquí ese sistema no pegó y nos quedamos en las tres funciones tradicionales. Ahora son muchas más, en los multicines.
Existían muchos periódicos, de todas las tendencias políticas. Recuerdo que vendían "El Mercurio", "Clarín", "La Tercera", "El Siglo", etc.
Cuando vivíamos en Trujillo, yo y mis hermanas, leíamos y coleccionábamos: "El Peneca" una revista infantil-juvenil chilena insuperable.
Tenía resúmenes de obras clásicas que iban de un número a otro con el célebre: Continuará. Así publicaban: "Oliver Twist" de Charles Dickens" y también "David Cooperfield". tenían asimismo, historietas o "comics" como: "Roy Rogesrs" o "Mr. Bils" (una bebiba que publicaba un "comic" de propaganda). Entretenimientos diversos, como: encuentre en esta Selva los personajes escondidos, etc.
Semanalmente nuestra madre nos compraba "El Peneca" y yo tenía como 100 ejemplares que coleccionaba. Ahora no me queda ninguno porque cuando nos trasladamos a Lima, desaparecieron.
Los chilenos vivían en aquella época con restricciones económicas, aunque alegres y siempre amables con los visitantes.
No habían aparecido entonces los intereses comerciales que hicieran registrar como propiedades intelectuales, ninguna creación que no fuera la de ellos mismos.
¿O acaso a algún peruano, se le ocurriría registrar como propios, los poemas de Pablo Neruda?
Eran un pueblo (espero que lo sigan siendo por siempre) culto, con una Premio Nobel: Gabriela Mistral, a la que posteriormente se unió: Pablo Neruda.
No es común en latinoamérica tener en un solo país, dos galardonados con el Premio Nobel de Literatura, como los tiene Chile.
Ellos no necesitaban copiar a nadie.
Eran originales.
Supongo que aún conservan esa originalidad y pueden producir para la humanidad, nuevos descubrimientos que enaltezcan la creatividad y el empuje de ese pueblo hermano.
Alguien que me lea, puede estar pensando que a mí también se me pasea el alma y que no me doy cuenta que ellos se están armando hasta los dientes para atacarnos y cercenar nuevamente nuestro territorio...
Espero que esa no sea su finalidad y que en el equilibrio estratégico, nuestros gobernantes tengan el tino suficiente como para evitar esa eventualidad.
También pueden pensar... Se está acomodando porque piensa visitarlos nuevamente.
Ya lo hice por segunda vez en 1,977 en la época de Pinochet.
La cosa había variado mucho...
No existía casi puestos de periódicos como yo los conocí, ni puestos de fruta. La gente estaba como preocupada. Ya no tenían el mismo sentido del humor. Más bien parecían molestos o desconfiados.
Una vez pasé por la Av. O'Higgins y había un tumulto. Me acerqué y escuché a una señora hablar maldiciendo a otra, que estaba entrando a un local con mucho resguardo policial. Dijo entre dientes:
-¡Cómo no tengo una bomba para tirársela!
Le pregunté de quién se trataba y me dijo:
- Es la Lucía.
-¿Quien es la Lucía?
-La esposa de Pinochet.
-¿Y este local qué es?
-Es la Universidad.
La gente estaba como fastidiada. Habían pasado por una experiencia muy desagradable por lo que se leía en sus rostros. Ya no eran tan comunicativos como en 1.967. Se había perdido el humor.
En la noche había toque de queda y tenía que retirarme pronto al hotel para evitar contratiempos.
Un señor de aspecto decente, pero con andrajos de mendigo pedía una limosna al dependiente del hotel, que trataba de echarlo. Yo venía de comprar mi pan. Le di para que tuviera siquiera el pan de ese día. El mendigo me dijo:
-Que Dios bendiga todos los días de su vida.
Nunca me dijeron nada más bello...
Yo estaba de paso en mi viaje a Europa. Estuve una semana en Santiago. Ya no era lo mismo. Solo había dos diarios. Me parece que "El Mercurio" y creo, "El Cronista".
Habían terminado de hacer el Subterráneo o Metro y sólo llegaba hasta la estación de La Moneda. Ingresé al famoso Subte. Era moderno, lujoso y nuevo. Los monumentos habían sido cambiados de lugar. Algunos no los volví a encontrar en su sitio. esta vez sí me compré la chompa que en mi anterior visita no pude adquirir. Quise comprar la colección completa del libro "Adiós al séptimo de Línea" que alguna vez leí en Lima porque era una versión novelada de la Guerra del Pacífico, muy interesante. Era difícil de adquirir.
El individuo común de Santiago no andaba en aquella época con afan de desear ninguna guerra con ningún país. Ellos eran un pueblo culto, trabajador e inteligente. Si bien dos siglos antes, dos pueblos que nacieron a la independencia unidos, tuvieron una sangrienta guerra, que enemistó por décadas y generaciones a quienes debieron haberse complementado y no destruido, quedando como una herida difícil de cerrar, sobre todo en nosotros, los peruanos, quienes hasta ahora recordamos la destrucción que hicieron en nuestro territorio quienes lo invadieron y terminaron por cercenarlo, no deberíamos vivir la eterna amargura del rencor y no poder llegarnos a entender (sin descuidar los aspectos elementales de la defensa) con un pueblo que desde hace mucho tiempo lo tenemos ya en nuestro territorio con sus grandes almacenes, tiendas por departamentos, bancos y otras entidades en una unión comercial que ojalá después de haber llegado a un acuerdo definitivo en los problemas limítrofes del mar, puedan avanzar juntos en el futuro como lo hacen en Europa, naciones que durante siglos han tenido guerras y que hoy forman la Unión Europea para el progreso y prestigio de sus naciones.
Miraflores, 17 de Julio del 2,008.
Corregido y vuelto a publicar el
9 de setiembre del 2,011.
Emilio Ulises Robles Hora.
N.R.- A continuación agregamos los comentarios que me fueron remitidos la anterior vez que tuve este artículo, antes de retirarlo de la circulación. Al borrar el artículo, se perdieron los comentarios, pero como tenía una copia de ambos, los restituyo ahora con la nueva publicación.
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